Durante años pensé que The Clone Wars era una serie para niños. Colores chillones, animación rara, personajes caricaturescos... No ayudaba que se emitiera en canales juveniles y que muchos fans “de siempre” la ignoraran. Y sin embargo, qué error tan grande. Porque tras esa primera impresión algo infantil, lo que se esconde aquí es una de las obras más complejas, maduras y emocionantes de todo el universo Star Wars.
Es cierto que las dos primeras temporadas pueden despistar. El orden cronológico salta, hay episodios de relleno y no todo parece avanzar. Pero a partir de la tercera —y sobre todo desde la cuarta— la serie da un giro brutal. Se vuelve más oscura, más densa, más adulta. Aparecen tramas que conectan directamente con lo que vendrá después, y los personajes crecen con una profundidad que nunca vimos en las películas.
Lo de Obi-Wan en Mandalore es trágico y hermoso.
Lo de Ahsoka, directamente inolvidable. La evolución de Anakin, sin necesidad de exagerar ni justificar, es creíble y dolorosa. Los clones, por fin, son tratados como lo que son: personas. Cada uno con su nombre, su carácter, sus miedos.
Y luego está Maul. Qué decir de Maul. Si alguien pensaba que era solo un villano de usar y tirar en La amenaza fantasma, aquí se lleva una lección magistral de redención narrativa.
Los últimos capítulos son puro cine. El asedio de Mandalore es un espectáculo visual y emocional que no tiene nada que envidiar a una película. La animación alcanza un nivel increíble, la música de Kevin Kiner se mete bajo la piel, y el guión conecta como un puente perfecto con La venganza de los Sith. Verlo sabiendo lo que va a pasar no lo hace menos impactante, sino más.
Terminé la serie con lágrimas en los ojos. No exagero. Porque me ha hecho reconciliarme con partes del universo que creía menores. Porque me ha mostrado lo que significa ser Jedi, lo que cuesta una guerra, y lo que duele una traición. Y porque me ha demostrado, una vez más, que no hay que juzgar una historia por su forma, sino por su fondo.
Si eres fan de Star Wars y aún no has visto The Clone Wars, estás perdiéndote una de las mejores experiencias que esta galaxia lejana nos ha ofrecido jamás.