Incontrolables tiene todos los ingredientes para enganchar: un misterio inquietante, un tono sombrío y un reparto sólido encabezado por una magnífica Toni Collette, que vuelve a demostrar que puede sostener cualquier historia con su sola presencia. La serie sabe crear atmósfera y personajes interesantes, logrando atrapar desde el primer episodio.
El problema aparece cuando la trama, que en un inicio promete tensión y giros sorprendentes, se alarga más de lo necesario. La sensación de que estiraron la historia para llenar ocho horas es evidente, y eso resta intensidad a un relato que hubiera funcionado mejor con menos capítulos. Aun así, la narrativa mantiene el interés gracias al carisma de su elenco y a un suspense que, aunque irregular, cumple en los momentos clave.
Visualmente se nota el cuidado de la producción, y el ambiente extraño de la comunidad que retrata recuerda a clásicos del thriller psicológico. Hay ecos de The Wicker Man o incluso de Stranger Things, pero sin llegar a la misma contundencia.
En definitiva, Incontrolables es un thriller efectivo, con aciertos claros en el apartado actoral y en su atmósfera, pero también con un exceso de metraje que impide que brille como podría. Una serie disfrutable, aunque con la sensación de que con un poco menos hubiera sido mucho más.
No esperaba encontrarme con una serie tan buena, realmente superó mis expectativas. Cada personaje está muy bien desarrollado. Quisiera una segunda temporada porque quedan muchos asuntos sin resolver. El final deja al televidente como con esa sensación de impotencia y al mismo tiempo esperanzador.