Las series que se atreven a hablar de violencia de género necesitan un equilibrio delicado: entretener sin trivializar. Ángela logra mantenerse en esa línea la mayor parte del tiempo. Lo hace con un arranque potente, una atmósfera inquietante y una protagonista que sostiene el relato con fuerza. Verónica Sánchez ofrece una interpretación intensa y creíble, capaz de transmitir la angustia y la fragilidad de alguien atrapada en una relación tóxica, pero también la determinación de quien busca salir de ella.
La serie luce bien: la fotografía envuelve, las localizaciones en el norte de España aportan autenticidad y el tono de thriller psicológico mantiene al espectador atento. Los seis episodios permiten avanzar sin relleno excesivo, aunque en ocasiones se siente que algunos giros son previsibles o que ciertas decisiones de los personajes resultan forzadas.
Aun con sus altibajos, el resultado es un producto sólido y entretenido, que engancha gracias a su atmósfera y a la solidez del reparto. Quizá no reinvente nada dentro del género, pero sí ofrece un retrato interesante de una mujer que, entre el suspense y el drama íntimo, busca recuperar el control de su vida.