Si naciste en los 80, esta mujer ha marcado tu infancia, pero probablemente no la conozcas
Antonio Bret
Antonio Bret
-Redactor
Experto en cine, con especial cariño por el europeo. En SensaCine se ocupa de cubrir estrenos de cine español, con información sobre la producción, fecha de estreno y declaraciones en medios.

María Dolores Rico Oliver fue una figura capital en la historia de nuestra TV, especialmente en el ámbito infantil

La bola de cristal

Escritora, guionista, directora, periodista y, casi lo más importante de todo y por lo que su figura ya es inmortal, creadora del añorado La bola de cristal, uno de los programas —no ya infantiles y juveniles— más influyentes y relevantes de la historia de la TV en nuestro país. María Dolores Rico Oliver, más conocida como Lolo Rico, nació en 1935 en Madrid y falleció el pasado 19 de enero de 2019 en San Sebastian. Entre medias, se las ingenió para ser, probablemente, la persona que mejor ha entendido que los programas infantiles pueden ser, a su manera, muy adultos.

Antes de que rompiera moldes con La bola de cristal —programa que también fue tremendamente importante para artistas como Alaska, Kiko Veneno, Pedro Reyes o Pablo Carbonell— Lolo Rico ya había demostrado sus buenas dotes como escritora y guionista. Participó en programas infantiles como Un globo, dos globos, tres globos y La casa del reloj, donde ya empezó a construir un estilo propio, siempre enfocado en hacer pedagogía, fomentar entre los niños el pensamiento crítico y estimular su imaginación.

RTVE

Porque La bola de cristal no fue solo 'un programa para niños'. Lolo Rico no trataba a los niños y jóvenes con paternalismo y apostaba por dirigirse a ellos como seres pensantes, capaces de entender la sátira política y haciendo continuamente referencias literarias, guiños a filósofos y debates sobre temas como la libertad, el consumo o la tiranía del poder.

Además de ser la creadora de La bola de cristal, Lolo Rico también fue escritora de varios libros como Diario de una madre o ¡Viva el mal, viva el capital!, donde reflexionaba sobre su vida, su ideología y su desencanto general con la deriva de los medios. Siempre tenía a punto su mirada crítica y lúcida, y no dejaba pasar nunca la oportunidad de evidenciar las tensiones entre censura y creatividad, pensamiento libre y mercado, televisión pública y poder político.

El legado más importante que nos ha dejado Lolo Rico es el demostrar que la televisión pública podía ser una herramienta tremendamente poderosa de formación crítica y reflexiva; que los contenidos para los niños y jóvenes podían tener varias capas de lectura y poder ser disfrutados, también, por los adultos, y que el humor podía ir de la mano de lo intelectual. La TV, por aquel entonces, era de todo menos tonta, y esto se lo tenemos que agradecer a una mujer inmortal.

Lolo Rico se merece, con todos los honores, un homenaje en condiciones, pero quizás su figura no interese ahora demasiado. Entre reels y shorts de 30 segundos que apelan a los bajos instintos con estímulos baratos, el trabajo de Lolo Rico se siente más vivo que nunca. Afortunadamente, en el archivo de RTVE, disponible en la app del mismo nombre, podemos seguir enseñándole su trabajo a los más pequeños.

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