Cuarto Milenio es uno de los programas más emblemáticos de Cuatro. En noviembre de 2005, y sin que mucha gente confiará en él, el formato presentado por Iker Jiménez aterrizó en el canal secundario de Mediaset. Lo que pasó después ya es historia de la televisión: 20 años en emisión con casi 1000 entregas en total. Un éxito que se debe en parte a su presentador, quien ya era conocido por el programa de radio hermano de la Cadena Ser y ahora también está al frente de Horizonte -otro de los éxitos de la cadena privada-.
Según reconoce el presentador en su recién creada newsletter, hay una "ley interna" que ha ayudado al éxito de ambos programas: "El clima en el trabajo es respeto con uno mismo y los demás. Y además es una tecla mágica. El clima creado, el silencio, la música adecuada, la concentración absoluta, te permite entrar en otra esfera mental", señala.
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"El clima es fundamental para sintonizar. Cada trabajo tiene uno. Hay que respetarlo como si fuera una Biblia Sagrada", añade el presentador. Iker Jiménez deja claro que respeta el trabajo del equipo técnico, pero que no consiente "las faltas de respeto al clima". "La luz, la música, la atención de todos. Desde quien está tras la cámara a quien recoge en plató. Todos", afirma el conductor, quien reconoce que no quiere "un móvil" ni "distracciones".
Esta defensa al clima o atmosfera en el plató le ha llevado a ganarse una determinada fama no muy buena, algo de lo que es consciente. "¿Sabéis que en la tele tengo una fama terrible? Así es. Y no lo pienso cambiar", señala el presentador, quien tiene claro la línea roja que no se debe cruzar en sus programas.
"He tenido que despedir a personas porque no lo entendían. Pero si eres firme harás un filtrado. Y ese filtrado te irá dejando con personas que sí lo entienden. Es ley de vida. Así debe ser. Da igual tu trabajo. Cuando se genera esa sintonía podemos casi fundirnos con lo que contamos. Con lo que enseñamos. Con lo que creamos", afirma.
Iker Jiménez destaca que "no es contar una historia o un trabajo", sino que "es ser la historia y el trabajo". Y ahí es donde está la diferencia con otros programas en los que "el presentador lee y punto". "Yo no he leído nunca en televisión. Y eso que me dijeron que en televisión o se lee, o nada. Otra de esas máximas absurdas. No hice ni caso. Nunca he tenido que leer ni he seguido un guion. Quizá por eso necesito el clima y me despisto con la falta de atención", sentencia.