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    El sueño arruinado de Steven Spielberg es dirigir la película que nadie ha conseguido hacer en 70 años
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Es una de las grandes historias del siglo XX y también uno de los libros más leídos del mundo, pero inexpugnable: su autor se negó a que fuera adaptada.

    Amblin Entertainment / Storyteller Distributuion Co

    La lista de grandes obras de la literatura que han sido adaptadas a pantalla como mínimo en una ocasión es tan extensa que, de querer hacer una, tendría que limitarse a las más famosas. Y las que quedan. Famosos relatos, novelas y también sagas completas han sido, son y seguirán siendo una gran fuente de inspiración para guionistas, directores y productores, e incluso algunas de las más complejas, ya sea por extensión, estructura o trama, han acabado siendo objeto de su propia versión audiovisual. Sin embargo, hay una famosa obra, una de las grandes historias del siglo XX y también uno de los libros más leídos del mundo, que se resiste a ser adaptada. Y no ha sido por falta de intentos.

    El guardián entre el centeno de J. D. Salinger es una de esas novelas que la mayoría hemos leído alguna vez en la vida. Recomendación típica en la adolescencia por parte de algún profesor. Publicada en fragmentos entre 1945 y 1946, la novela completa no fue publicada hasta 1951 y ya desde el primer momento hubo interés en su adaptación. No obstante, Salinger, que había tenido una mala experiencia previa con otra de sus obras, se había cerrado en banda a volver a ver adaptada una de sus novelas a pantalla.

    La película que provocó la decisión irrevocable de J. D. Salinger fue Mi loco corazón (1949), dirigida por Mark Robson con guion de Julius y Philip Epstein. El filme se trataba de una adaptación del relato corto El tío Wiggily en Connecticut, pero, en el proceso de convertirse en una película de Hollywood, perdió su esencia original. Y eso no gustó nada al autor, que a partir de entonces rechazaría vender los derechos de ninguna de sus obras a ningún estudio.

    Uno de los directores que intentó hacerse con los derechos de El guardián entre el centeno fue el mismísimo Steven Spielberg. Según parece, el aclamado cineasta y productor hizo una oferta a los representantes de Salinger, pero ésta no siquiera llegaría al autor para que la valorase. Lo mismo que le ocurrió a Harvey Weinstein, Jerry Lewis, Marlon Brando, Billy Wilder y Jack Nicholson, entre otros.

    No hay muchos detalles sobre el intento del famoso director: Jeffrey Katzenberg llamó a sus agentes para hacer una oferta por los derechos de El guardián entre el centeno, que su socio Spielberg quería dirigir y la misma fue rechazada sin incluso pasar por Salinger. No obstante, en un artículo de The Guardian se cita una carta dirigida a un productor de Hollywood en 1957 que dejaba claro que Salinger no quería vender los derechos. Según el autor, se trataba de una "novela muy novelesca" y la idea de una película era "lo suficientemente odiosa como para impedirme vender los derechos".

    Asimismo, el director y guionista Billy Wilder, quien también había intentado hacerse con los derechos para una adaptación cinematográfica de la novela, contó más detalles sobre lo absolutamente inexpugnable que resultaba el autor en este sentido en el libro Conversaciones con Billy Wilder de Cameron Crowe:

    Por supuesto leí 'El Guardián entre el Centeno'... Maravilloso libro. Lo adoré. Lo perseguí. Quería hacer una película. Y entonces un día un hombre joven fue a la oficina de Leland Hayward, mi agente, en Nueva York y dijo: 'Por favor, dile a Mr. Leland Hayward lo deje. Él es muy, muy, insensible'. Y se fue

    "Eso era J. D. Salinger y eso era El Guardián entre el Centeno", explicó Wilder.

    Tras la muerte de J.D. Salinger en 2010, nada ha cambiado en términos de licencias de derechos cinematográficos, televisivos o escénicos de sus obras, según confirmaría su agente Phyllis Westberg. No obstante, él mismo había publicado en la citada carta que quizá alguna vez pudiera ocurrir a título póstumo: "Es posible que algún día se vendan los derechos. Dado que existe una posibilidad cada vez más inminente de que no muera rico, juego muy seriamente con la idea de dejar los derechos no vendidos a mi esposa y a mi hija como una especie de póliza de seguro. Sin embargo, me complace muchísimo, debo añadir rápidamente, saber que no tendré que ver los resultados de la transacción".

    Dados sus deseos, parece poco probable que la venta de derechos llegue a materializarse algún día, aunque es algo con lo que se sigue especulando y muchos creadores fantasean 70 años después de la publicación de la obra.

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