Se acusa mucho -y bastante injustamente- a Martin Scorsese de hacer solo películas de mafia, pero lo cierto es que a finales de los 80 no tenía ninguna intención de volver a hacer otra. De verdad. Pero, ocupado con la secuela de El Buscavidas (la muy apreciable El color del dinero), llegó a sus manos un ejemplar de Wiseguy, una novela que retrataba a los gángsters de la manera más honesta que el director había leído nunca. Llamó a su autor, Nicholas PIleggi, para decirle que ese era el libro que había estado esperando su vida. El autor respondió lo que todos diríamos en ese momento: "Esta es la llamada que había estado esperando toda mi vida". Así nació Uno de los nuestros.
Uno de los falsos
Una película con Robert De Niro, Ray Liotta y Joe Pesci: Uno de los nuestros acabó formando un reparto para soñar en un rodaje que Scorsese ya había previsto al completo mediante storyboards debido a su estilo frenético. Para idear cómo sería la película, curiosamente, no se basó en una cinta de mafia o de acción, sino en los primeros minutos de Jules et Jim. Además, los actores tuvieron barra libre a la improvisación en sus textos, lo que llevó a que alguno de ellos acabara subiéndose un poco a la parra.
Es el caso de Robert De Niro, que en una escena en la que tenía que contar dinero no lograba concentrarse. El motivo era que no le gustaba el tacto de los billetes falsos, algo que obligó a los encargados de los accesorios a ir a un cajero y sacar 5000 dólares reales de su bolsillo. Tras cada toma, nadie tenía permitido irse del set sin devolverles cada billete. No es que no se fiaran de De Niro, claro, pero nunca se sabe.
Warner
La película fue un éxito moderado en taquilla, se llevó seis nominaciones al Óscar (ganó una, para Joe Pesci), le dio el León de Plata de Venecia a Scorsese y supuso otra muesca en una carrera consistentemente repleta de obras maestras. Después volvió a hacer películas sobre la mafia, claro, aunque con El irlandés marcó un antes y un después: un triste drama más melancólico que emocionante. Pero esa es otra historia.
