En 1959, tras el sonoro fracaso en taquilla de La Bella Durmiente, Walt Disney en persona dijo que nunca volverían a hacer una película de animación. Eran demasiado caras y el resultado no estaba siendo el esperado, al fin y al cabo. Todos sabemos que la amenaza no llegó a cumplirse, pero en parte fue gracias a una pequeña cinta que el propio Walt odiaba: 101 dálmatas. Y es que el estilo visual de la cinta le parecía tan alejado de las películas de fantasía que había hecho en su día (lo era: se utilizó una moderna técnica de Xerox para fotografiar cada plano eliminando el proceso de entintado) que acabó odiando a Ken Anderson, su director de animación.
101 desgracias
Sin embargo, la tecnología de Xerox le permitió terminar la película por la mitad de dinero, y cinco años después, en la última visita de Walt al estudio antes de morir, simplemente le dijo "¿Sabes esa cosa que hiciste en 101 Dálmatas?", en una frase sin final. Ken supo que le había perdonado. No podía ser de otra forma: en todos sus reestrenos constantes, la película ha recaudado más de 300 millones (teniendo en cuenta la inflación, unos 900 millones) y ha hecho explotar una franquicia propia.
Sin embargo, por mucho Xerox que se usara, hubo un error que nadie pudo predecir y que en una película de acción real sería motivo de mofa absoluta: el sombrero de Roger que aparece de nuevo de la nada. Fijaos bien: Pongo lo pone en el banco, le arrastra... Y después vuelve a tenerlo en la cabeza. Hay quien cree que en los dos segundos que está fuera de plano le ha dado tiempo a ir al banco a cogerlo de nuevo, pero, francamente, parece estirarse demasiado.
Aunque para estiramiento, el de la saga 101 dálmatas, que desde 1996 se expandió de todas las maneras posibles, culminando en una paradoja de la que soy muy fan: 101 dálmatas (más vivos que nunca) tuvo su propia secuela, 102 dálmatas, pero no tiene nada que ver con 101 dálmatas 2, que es la secuela directa a vídeo de la película animada. Además, tuvo dos series de televisión y, por supuesto, Cruella (y su futura segunda parte). Toda una camada de adaptaciones.