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    "Me importa una mierda cómo me siento": el truco de Schwarzenegger para estar siempre zen
    Cristina Sobrino
    Cristina Sobrino
    -Redactora de 'lifestyle'
    Periodista de lifestyle y moda. Fan de los desayunos de hotel y hater del vinagre de Módena. Un poco chica tres 60. Me gusta adentrarme en los rincones recónditos de la cultura pop

    Parece ser que el cuidado de la salud mental no va con el actor, exculturista y exgobernador de California

    Un hombre muy hombre, así es Arnold Schwarzenegger. A pesar de que yo tenía la leve esperanza de que con el tiempo su forma de ser se hubiera ablandado un poco, hace unos meses dio muestras en una entrevista para The Hollywood Reporter que esa posibilidad solo era viable en mi cabeza y que él sigue siendo ese chico rudo y hecho a sí mismo por cuyas venas más que sangre europea pareciera correr crúor estadounidense.

    Un padre en apuros
    Un padre en apuros
    Fecha de estreno 5 de diciembre de 1996 | 1h 30min
    Dirigida por Brian Levant
    Con Arnold Schwarzenegger, Jake Lloyd, Phil Hartman
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    Sensacine
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    Y es que en la pieza el periodista James Hibbert le dijo que parecía que estaba bastante zen en esta etapa de su vida, así que le interesó saber algo que sí que fuese capaz de irritarle, una pregunta para la que el actor, exculturista y expolítico hizo gala de toda su gallardía en la respuesta:

    "Todos sabemos de qué va la vida: es dura y las complicaciones te acaban haciendo más fuertes. Partiendo de esa base, yo busco la incomodidad, ponerme en situaciones que me lleven un paso más allá. ¿Por qué crees que me voy a esquiar a la zona más alta de Aspen durante tres días y acabo exhausto? Porque es difícil, y en especial lo es a mi edad", comentó el pasado mes de mayo el protagonista de Terminator.

    Sin embargo, la cosa no quedó ahí y llevó sus declaraciones un paso más allá entrando de forma directa en cuestiones relacionadas con nuestra parte más emocional y la salud mental, dos temas que en la actualidad tienen bastante visibilidad y presencia en los medios por parte de, por ejemplo, algunos de sus compañeros de profesión:

    "Hoy en día todo el mundo está hablando sobre sus sentimientos. Y está genial si quieres mantenerte ocupado de esa forma. Para mí cómo me siento es irrelevante, me la suda. Lo que me preocupa es lo que yo puedo hacer para mejorar la situación. Hay veces en las que me levanto y salgo de la cama y estoy horrible, pero me voy a dar un paseo en bici o me encargo de alimentar a mis animales y de repente me siento genial". Y oye, para pasar tanto de cosas sentimentaloides bien que odiaba a Stallone. Aunque claro, quizás sentimientos como el odio, la ira o el enfado, que son de hombres, sí que los tiene permitidos.

    Pero no, ármate de paciencia, porque hay más y continuó su contestación con un discurso propio de Donald Trump y de cualquier estadounidense de pro. Es más, yo diría que incluso contiene algunas trazas de Kim Kardashian, ¡el giro de los acontecimientos que no esperabas! O quizás sí...

    "Este país no se construyó con gente que se sentía bien. Este país lo construyeron aquellos que se dejaron el culo trabajando y eso es lo que tenemos que hacer: dejar de preocuparnos por nuestros sentimientos y currárnoslo. Te lo tragas y te aguantas. Si te sientes mal ni siquiera lo pienses y simplemente haz lo que tengas que hacer".

    ¿Cómo remató su discurso salpicado de capitalismo, individualismo y privilegio? Pues diciendo que todo esto de desahuciar a los sentimientos y lidiar con el día a día es mucho más sencillo si te planteas objetivos y tienes claro qué quieres conseguir. Que sí, es cierto, pero que escurrir el bulto debajo de la alfombra no te va a ayudar en nada, amiga, que no te engañen.

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