Apasionado de la obra del escritor Philip Pullman, y conocido por haber dirigido American Pie -sí, la misma American Pie del pastel de manzana-, Chris Weitz logró convencer a los ejecutivos de New Line Cinema para que le dejaran adaptar la primera novela de la trilogía La materia oscura, Luces del norte. El director contó con el apoyo de Pullman en todo momento y juntos intentaron respetar la esencia que había hecho de los libros un auténtico fenómeno.
La producción venía del mismo estudio que había sacado adelante El señor de los anillos, por lo que todos veían este proyecto como un taquillazo seguro. Spoiler: no lo fue. Lo que iba a convertirse en una saga fantástica cinematográfica terminó quedándose en nada.
La brújula dorada se ambienta en un universo donde la poderosa iglesia llamada Magisterio controla estrictamente las creencias de la población. En este mundo, el espíritu interior de cada persona existe fuera del cuerpo, tomando la forma de un animal que recibe el nombre de daimonion y que permanece al lado de su humano.
En este contexto conocemos la historia de Lyra, una niña huérfana de 12 años que ha sido criada en el Jordan College, un edificio de la Universidad de Oxford. Su familiar más cercano es su tío Asriel, un explorador que ha estado buscando una partícula cósmica misteriosa. Regresa habiéndola encontrado, lo que podría cambiar el control del Magisterio para siempre.
New Line Cinema
El estreno de la cinta fue decepcionante para la productora, quien había invertido 180 millones de dólares en el presupuesto de su supuesta nueva gran franquicia. En Estados Unidos fue un absoluto fracaso y lo único que les alivió fue la gran acogida que tuvo en países fuera de Norteamérica, como Reino Unido o Japón. Lamentablemente, el estudio había vendido los derechos de la película en el extranjero, por lo que no vieron beneficio.
La crítica no fue nada agradable con ella. Por ejemplo, en The New York Times escribieron que "incluye tantos eventos, personajes... giros y vueltas, habitaciones suntuosamente decoradas y vistas etéricamente extrañas... que corres el riesgo de perderte en el torbellino". En línea con lo que opinó Virginia Montes en su texto para SensaCine:
El director Chris Weitz se demostró incapaz de conducir a buen puerto tan mastodóntica empresa, y el resultado se le fue de las manos: la película resulta demasiado lenta, sin ritmo, confusa y muy aparatosa, sin ninguna emoción ni fuerza de arrastre. Incluso los actores Nicole Kidman y Daniel Craig, parecen meras caricaturas de personajes que definitivamente no se creen
Parte de la culpa de que La brújula dorada fuera tan insulsa es que se vieron obligados a retirar temas clave de la novela como el abuso de poder de la versión ficticia de la Iglesia o el rechazo a la religión. Al parecer, fue New Line la que intervino en postproducción y obligó a realizar ese cambio. Eso no sirvió ni para atraer a la gente a las salas ni para evitar una controversia con la Iglesia Católica, quien igualmente se opuso al estreno de la película porque, aseguraron, serviría para que los libros leyeran los libros que denigraban el cristianismo.
Nadie salió contento de esta experiencia que tuvo más suerte en su versión televisiva: La materia oscura, estrenada en 2019, 12 años después, con una gran acogida.
