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    'Prisioneros': Entrevista con Hugh Jackman

    Entrevistamos al afamado actor australiano a su paso por el Festival de San Sebastián -donde recogió el Premio Donostia- para hablar de su nueva película -la magnífica 'Prisioneros'-, de las películas de MARVEL y de su carrera en general.

    Hugh Jackman en la rueda de prensa de San Sebastián

    ¿Qué pensaste del guión de Prisioneros cuando lo recibiste?

    Mi primer pensamiento fue: "uf". Nunca me había enfrentado a un personaje de este tipo antes. También pensé en el público, la gente no está acostumbrada a verme en este tipo de papeles, lo que probablemente me animó a decidirme a aceptarlo. Estaba claro que era un material muy potente, muy provocador. Su nivel moral era muy intenso, no se parecía en nada a cualquier otra cosa que yo hubiera leído. Cuando me propusieron participar en la película aún no se sabía quién más iba a estar, sólo que la iba a dirigir Denis Villeneuve, al que ya conocía. Si acabas sumando todo podrás entender porqué me metí de lleno. A nivel personal también te diré que estoy muy contento por el ritmo que va cogiendo mi carrera últimamente: Los miserables, Lobezno inmortal, Prisioneros, ahora de vuelta con los X-Men en X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past)... Y no pienses que es algo sencillo, la gente tiene la opinión errónea de que cuando eres un actor famoso puedes elegir el papel que quieras y eso es mentira. Es mucho más complejo de lo que parece.

    Como padre que eres, ¿te afectó en algún momento lo que le ocurre a tu personaje en la película?

    No. Tienes que entender que a mí me crió mi padre desde los ocho años junto a mis cuatro hermanos y hermanas. Por lo que pasábamos mucho tiempo solos, lo que nos hizo fuertes e independientes. Aprendí mucho de mis hermanos mayores, por lo que todo acabó bien (risas). Con mis hijos trato de no ser sobreprotector, ese campo se lo dejo a mi mujer. Es cierto que al acabar al rodaje me entró una preocupación hasta entonces inexistente. Pero no hay que volverse paranoico con ello, no sirve para nada. Investigué un poco sobre el tema y ya está. Yo dejé mi casa a los dieciocho años y me dediqué a ver mundo, viajar en tren, dormir en estaciones... entonces me sentí muy libre. Y yo quiero que mis hijos exploren esa libertad.

    ¿Tuviste alguna mala experiencia en aquella época?

    ¡Muchas! [risas] Pasé un montón de hambre, me robaron varias veces... pero daba igual, era muy feliz. Por malo que fuera lo que me pasara jamás me rendí, nunca me plantee el regresar a casa. Es como cuando estás enamorado y te rompen el corazón, da lo mismo, siempre te acabas enamorando de nuevo. Recuerdo que cuando vinimos a España, y esta es la versión corta de la historia, estábamos en un hotel muy barato que no tenía agua caliente y, bueno, teníamos que ir a lavarnos al lavabo del McDonalds. Hubo otra anécdota curiosa: a un amigo le robaron la mochila cuando estábamos en Niza, todos vimos como unos chavales se la llevaban. Fue un drama, cuando viajas así tu mochila es toda tu vida. Les perseguimos durante un rato pero acabaron escapando. Mi amigo se encabronó, dijo que iba a pillarles sí o sí. Así que decidió tenderles una trampa, hizo como se quedaba dormido y se puso encima de su cuerpo una manta que le había regalado su padre. Era una manta bonita, de lana y con ribetes dorados. Él esperó a que aparecieran y se la intentaran quitar para poder atraparles. Pero lo que ocurrió es que acabó durmiéndose y, al despertar, ¡le habían robado la manta! (risas).

    ¿Cómo recuerdas tu experiencia conduciendo la Gala de los Oscar?

    Me lo pasé muy bien. Fue una experiencia fantástica. He leído cosas sobre la nueva gala y creo que este año le van a dar un aire más íntimo, más clásico. Lo cierto es que parece más difícil de lo que en realidad es. ¡Y la recepción fue excelente! Supongo que porque igual todo el mundo esperaba que metiera la pata (risas).

    Recogiendo el Premio Donostia

    Volvamos a Prisioneros, ¿cómo valoras las decisiones que toma tu personaje?

    Yo lo veo como a un hombre desesperado por el control. Una persona irregular, dañada. Esa es la forma en la que he tratado de interpretarlo. Las decisiones que toma no son las mejores y por ahí va el mensaje de la película: es demasiado fácil juzgar a las personas, aunque no sepas nada de ellas. Leí casos reales similares a los vividos por mi personaje. Gente que enloqueció tras años de investigaciones que no iban a ninguna parte y acababan tomándose la justicia por cuenta. Mi personaje es un alcohólico en recuperación, su padre se ha suicidado y ha estado cada minuto de su vida luchando por crearse una vida nueva y así poder mantener controlados sus demonios. Y todo se viene abajo cuando secuestran a su hija. Ahí entra el miedo. Y cuando la gente tiene miedo es capaz de hacer cosas que jamás se había planteado.

    ¿Crees que la película ofrece un retrato veraz de la violencia que habita en el mundo o, más concretamente, en Norteamérica?

    Justo ahora estoy siguiendo por las noticias toda la problemática de Siria. Es terrible. Es horrible el estado del mundo. Lo que esta película me hace pensar es que el poder para decidir es un arma terrible. Jamás hay una respuesta correcta a una solución tan compleja. La violencia trae violencia. De ahí que todos seamos "prisioneros". Somos prisioneros de nuestros miedos, de nuestros demonios. En realidad todos somos máscaras que poco o nada tienen que ver con lo que somos en la intimidad. Alguien de apariencia fuerte puede ser la persona más vulnerable en realidad, como le pasa a mi personaje.

    Última pregunta: se te considera uno de los hombres más sexys del mundo, ¿lo normal, no?

    ¡Es ridículo! Eso tenían que haberlo dicho cuando tenía dieciocho años y era soltero, ¡entonces nadie pensaba que era guapo! Y me lo dicen ahora que ya estoy casado, ¡ahora no lo necesito! Que no me oiga mi mujer, ella sí necesita creer que soy sexy.

    Prisioneros

    Alejandro G.Calvo

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