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    Benedict Cumberbatch ('Doctor Strange'): "No me gustan esos personajes tan blanditos y adorables que son héroes de principio a fin"

    La película basada en el conocido personaje de Marvel sale a la venta en DVD y Blu-Ray el próximo 1 de marzo.

    ¿No pudiste disfrutar de Doctor Strange en la pantalla grande o te gustó tanto que quieres volver a verla? Pues estás de enhorabuena, porque el próximo 1 de marzo sale a la venta el DVD y Blu-Ray de la película inspirada en el conocido mago de Marvel, que recaudó en taquilla más de 670 millones a nivel mundial. El filme protagonizado por Benedict Cumberbatch podrá ser tuyo en menos de un mes. Pero mientras puedes conocer algunos de los detalles de la producción de la mano del propio Cumberbatch, en esta entrevista en Exclusiva, por cortesía de Walt Disney España, que puedes leer a continuación.

    ¿Cómo te llegó este proyecto?

    Al principio no sabía mucho de los comics pero había oído hablar de este proyecto y sabía que Marvel se interesaba por mí. Cuando se incorporó Scott Derrickson me reuní con él, y que me contrataran acabó de convencerlo. No podía trabajar inmediatamente porque estaba haciendo Hamlet y Sherlock, pero fueron muy considerados y cambiaron las fechas de rodaje. Por eso pude hacerlo.

    ¿Qué pensabas del personaje, te gustaba?

    Sí. Me gustaba mucho Stephen Strange a pesar de su arrogancia. ¡Y su trayectoria es extraordinaria! Está totalmente destrozado pero se sobrepone para convertirse en un auténtico superhéroe al final de la película. Y además hay mucho humor. Hay mucha acción, mucho drama. Todos esos elementos son realmente atractivos para un actor como yo. Además, este Superhéroe surgía de un contexto de los años 60 y 70, una mezcla de ciencia occidental y lógica y misticismo oriental, que es algo que me interesaba mucho cuando era adolescente. Pasé algún tiempo aprendiendo en un monasterio budista tibetano cerca de Darjeeling y leí cosas como 'El Tao de la Física', de Fritjof Capra, y 'Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta', de Robert Pirsig. También estudiaba textos budistas y leía libros científicos sobre cosmología. Tuve el privilegio de asistir a un ritual extraordinariamente antiguo cada mañana y cada tarde. Tenía 19 años y mi mente era una esponja. Así que me sentí inmediatamente identificado con este material.

    ¿El Dr. Strange es tan arrogante que puede llegar a ser desagradable?

    Parece arrogante, hasta el punto de resultar desagradable, pero a pesar de todo te sigue cayendo bien.  Tiene muchísimo encanto. Desde el principio de la película transmite una sensación de pérdida, de vacío espiritual. Al principio y al final de este filme lo ves como una figura solitaria. Pero hacia el final de la película es un superhéroe, y todos sabemos que se trata de un trabajo durísimo que conlleva una existencia bastante solitaria. No se pueden tener relaciones normales cuando tus responsabilidades siempre están en otro sitio.

    Al principio de la película, él conduce un coche rápido. Pero está solo. No hay nadie en el asiento del pasajero. No hay amor. No hay otra vida. No hay niños. No hay ninguna mujer. No hay nada más importante que él mismo en ese paisaje. En mi opinión es bastante estéril. Se ha hecho la cama y está vacía. Pero su trabajo le da muchas satisfacciones. Tiene sentido del humor. Sus colegas le aprecian, incluso aquellos a los que corrige porque están equivocados. Aun así, no se convierte en enemigo de esas personas. Le respetan. Pero es increíblemente arrogante y muy directo.

    Creo que tener un superhéroe que empieza siendo tan complejo y no muy simpático es muy valiente porque puede echar un poco para atrás al público. A mí personalmente nunca me ha gustado esa "dulzonería", esos personajes tan blanditos y adorables que son héroes de principio a fin. ¡Prefiero la tensión a la blandenguería! El hecho de que sea una persona real con su propia personalidad, con una historia, con una profesión y con un estatus social propio y no heredado, hacen que sea factible identificarse con él. Y en su caso, convertirse en un superhéroe, a pesar de que es accidental, también se convierte en un destino que le va a costar comprender, dominar y aceptar. No es un dios nórdico. No le ha mordido nada. No viene de otro planeta.

    ¿Qué le hace accesible para el público?

    Stephen Strange sufre muchísimo durante la película, no sólo físicamente sino también psicológicamente. Lo que le ocurre en el accidente de coche es tan inesperado que te das cuenta de que todo su mundo se desmorona en cuestión de segundos. Pero las cosas no se paran ahí. Su recuperación es tan dura que incluso cuando está en Kamar-Taj y le muestran el camino, sigue pegándose contra la pared tanto en el plano físico como mental. Sufre infinitas humillaciones y atraviesa todo tipo de dificultades imaginables, tanto físicas como psicológicas. Puedes ponerte en su lugar. Y ahí reside la clave para poder empatizar con el personaje.

    ¿Aprendiste a trabajar como un neurocirujano para el papel?

    Sí. Era importante para mí que pareciera lo más real posible. Estudié un poco de neurocirugía y los procedimientos que realizamos en la película. Contamos con el asesoramiento del Dr. William Harkness, que es un neurocirujano de gran prestigio. Nos habló sobre el cerebro, las operaciones, la instrumentación, las prioridades, los procedimientos... todo, desde lavar a cauterizar una herida. También leí dos libros maravillosos, 'Cuando la respiración se vuelve aire', de Paul Kalanithi, una impresionante autobiografía de un hombre que fue un neurocirujano extraordinario y que había tratado muchas enfermedades como el cáncer que le tocó sufrir; y 'No hagas daño', de Henry Marsh. Ambos son relatos sinceros, divertidos e increíblemente emocionantes sobre los complejos dilemas de la práctica de la medicina, los pacientes, el amor y las instituciones de esos hombres excepcionales. Fueron clave tanto para el personaje, como para la investigación científica.

    ¿Querías parecerte al auténtico Strange?

    Sí. Estábamos empeñados en conseguir que me pareciera lo más posible al Doctor Strange. Queríamos que se moviera de cierta forma y que hiciera gala de un gran dinamismo durante toda la aventura que va a vivir. Su aspecto necesitaba contar una historia, así como sus progresos dentro del Kamar-Taj. Así que esa evolución de aprendiz a maestro también se refleja en su traje y su aspecto.

    Hablando de trajes, hay que decir que Alexandra Byrne es fantástica. Tiene muchísima experiencia en el Universo Cinematográfico Marvel y eso se nota porque todos los trajes son cómodos y prácticos sin menoscabo de la estética. El trabajo de arte les resultó muy útil para crear este personaje en tres dimensiones, y también el aspecto de su cara y su pelo.

    En cuanto a la Capa de Levitación, la descubre cuando la película ya está bastante avanzada. Así que el tema del origen es apasionante. Es como un rompecabezas que se va completando a medida que avanza la película. Va añadiendo prendas de ropa y accesorios. Los diseñadores querían dejar patente esa progresión tanto en su ropa como en la expresión de su rostro. Para nosotros era muy importante elaborar la historia a través de esos detalles.

    ¿Tuviste que entrenar para el papel?

    Sí. Tienes que estar en una forma física increíble. Empecé a hacer ejercicio para esta película, no sólo para llenar el traje de superhéroe, sino también para ser más resistente, soportar los golpes, hacer innumerables escenas de lucha durante cinco días y una secuencia de acción al final de la película. Necesitas tener una base física muy buena. Debía cuidar mucho las posturas. Moverme bien. Y para eso se necesita fluidez. Por lo tanto, además de la rutina de musculación para ser más fuerte, hice muchos ejercicios de movimiento y equilibrio postural con un tipo de yoga fluido. Sudas y consigues tener músculos pero todo está relacionado con la movilidad. El entrenamiento empezó cuando rodé Hamlet. Era como hacer tres horas de ejercicio cardiovascular. Luego, durante el día entrenaba para esta película y asistía a los ensayos además de cuidar de un bebé. Eso te mantiene en forma y despierto.

    Además el entrenamiento va acompañado de un régimen de alimentación. Es un tema muy aburrido y seguro que la gente está harta de escuchar a los actores hablar de esto. Pero aun así es muy divertido. Me encanta la vertiente de transformación que tiene el proceso. Cuentas con la ayuda de nutricionistas y entrenadores. Así que, mientras te atengas al programa y estés motivado todo va bien. Y he disfrutado mucho.

    Háblanos de la atención a los detalles

    Charles Wood, el diseñador de producción, se superaba en cada nuevo plató. Cada plató es una obra de arte sublime. Lleva muchísimas horas de trabajo y los detalles están cuidadísimos. En algunos de esos platós la escala era enorme. Es extraordinario para trabajar en esos entornos porque no necesitas echar mano de la imaginación.

    Cada plató te recuerda que formas parte de un gigantesco universo cinematográfico. En lugar de sentirte acobardado o empequeñecido, es absolutamente inspirador. Es algo en lo que te apoyas. Pero tienes que concentrarte en tu actuación. No puedes dejarte llevar por el dramatismo del paisaje. Pero es tan épico que a veces tienes la impresión de que debes controlarte para no desmerecer lo que tienes a tu alrededor.

    Va a ser una película sorprendentemente hermosa y un auténtico festival de efectos visuales. Y eso se debe en gran parte a la extraordinaria construcción de estos maravillosos platós y a todo lo que hay en ellos. Además, el departamento de atrezzo hizo unos objetos preciosos que son obras de arte en sí mismos y son una fuente de inspiración a la hora de "actuar con ellos".

    En el estudio recrearon tanto Katmandú como Hong Kong. ¿Cómo fue la experiencia?

    Está claro que viajamos a Katmandú, pero la recreación de Katmandú en Londres era extraordinaria. Recrearon una calle de verdad, y había extras nepalíes que tenían parientes que vivían en esa calle. Alucinaban pensado que si entraban en una tienda iban a encontrarse con su primo. Nos trajimos el olor a incienso, no tan intenso como el que hay en esa ciudad, pero tanto el humo, el incienso y la comida que formaban parte del atrezzo estaban tan conseguidos que tenías la sensación de estar allí. Podías cerrar los ojos y volver a estar en Katmandú. Era extraordinario.

    Luego estaba Hong Kong, un plató al aire libre al lado de uno de los estudios de Longcross. Es uno de los set más grandes y extraordinarios que he visto en mi vida. Todo el mundo me había hablado de ese set pero no quise saber cómo era hasta la noche que entré en él por primera vez. Me quedé alucinado. No me lo podía creer. Había elementos de Hong Kong, Kowloon, reunidos en una calle. Había talleres, imprentas, restaurantes, tiendas de baratijas y puestos donde se podía cocinar. Podías ir a uno de esos talleres a arreglar una pieza. Podías imprimir una tarjeta de visita en la papelería. Las máquinas funcionaban y los escaparates eran de verdad. Increíble.

    ¿Te parecía que estabas soñando en alguna ocasión?

    Constantemente. Uno de los días más extraños, pensé: '¿Cuántas personas en el mundo, incluso en mi profesión, hacen esto y lo llaman trabajo?' Estaba en un depósito de agua a las 4 de la mañana, en un Lamborghini, boca abajo, atrapado en la carcasa del coche, medio inconsciente mientras el agua entraba y subía y con una cámara pasando por debajo para filmarme cabeza abajo. Absolutamente surrealista. Era como estar soñando. Pero había muchos momentos como ese todos los días. Corriendo por Manhattan vestido de pies a cabeza de superhéroe; trabajando en sets como el Sanctum y Hong Kong; haciendo escenas vertiginosas con cables. Algunos días me parecía que estaba probando atracciones de feria... aunque está claro que gente mucho más profesional que yo ya lo había comprobado antes. Me sentía muy valiente, pero todo era muy seguro. La experiencia fue fascinante.

    Pero estar en Katmandú con todo un equipo de filmación fue alucinante. Son lugares tan maravillosos a los que todo el mundo quisiera viajar, aunque sea por motivos de trabajo, y tener el privilegio de contemplar la puesta de sol sobre Boudhanath Stupa después de un día de rodaje. Era la perfección, algo muy especial, y resumía maravillosamente bien toda la experiencia. Fue un prólogo brillante de un largo y maravilloso viaje.

     

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