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    Carol
    Críticas
    5,0
    Obra maestra
    Carol

    La perfección de la dificultad

    por Violeta Kovacsics

    En un momento de Carol, un chico está viendo El crepúsculo de los dioses por enésima vez. Comenta a sus amigos que, con ese visionado, está intentando diferenciar lo que los personajes dicen de lo que los personajes sienten. Esta frase podría aplicarse a Carol, una película tan llena de discursos explícitos como de silencios. Basada en la novela de culto de Patricia Highsmith, la adaptación cinematográfica de Todd Haynes cambia algunos detalles respecto al libro. Si en la versión en papel el punto de vista principal es el de Therese, una joven dependienta de unos grandes almacenes, en la película el relato pende sobre todo de Carol, la mujer en trámites de divorcio de la que Therese se enamora. Carol es una presencia fuerte, con el rostro y el aplomo de una Cate Blanchett que imprime carácter al personaje. Therese, en cambio, es una figura grácil, callada, es el ángel caído del cielo al que se refiere Carol insistentemente. Therese tiene el rostro y el cuerpo fino y sutil de Rooney Mara. A partir del silencio y la calma de Therese y de la entereza y el aplomo de Carol se construye una película perfecta, que bascula entre lo explícito y lo sugerente.

    En Carol, las dos protagonistas aparecen a menudo esquinadas en el plano, como si participaran de un secreto. O como si el director pretendiera revelar así la sociedad opresora en la que viven los personajes, la Nueva York de los años cincuenta. Amante del melodrama, Haynes ha hecho una película de tonos apagados, que evoca a Douglas Sirk –director al que Haynes ya había parafraseado– mediante los reencuadres de los personajes en marcos y espejos, y no a través de una exuberante paleta de colores. De hecho, Haynes ha tomado una decisión subversiva: en pleno apogeo de la imagen digital, ha rodado en 16mm, dejando que la película, el soporte físico del celuloide, otorgue una textura grumosa e íntima al relato.

    El gesto pensativo de Therese en el interior de un coche se ve acentuado por las luces de la ciudad y por el cristal empañado de la ventanilla, también, por la exquisita imperfección del celuloide. Así se desprenden el desgarro, la melancolía y el amor en una película que se gesta a partir de los detalles. De la mano de Carol sobre Therese en la escena que abre la película. De los guantes de Carol sobre el mostrador en el primer encuentro entre ambas. Del rostro de Carol cuando Therese, que aspira a ser fotógrafa, la captura con su cámara por primera vez. Haynes ha hecho una película que sublima los gestos y las miradas, los detalles y las emociones; y que esconde, bajo el hermoso pretexto del amor, un discurso nítido sobre la libertad.

    A favor: Que se trate de un melodrama de tonos apagados.

    En contra: Poca cosa.

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