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    Nymphomaniac. Volumen 2
    Críticas
    2,5
    Regular
    Nymphomaniac. Volumen 2

    Segundas partes fueron mejores

    por Violeta Kovacsics

    La primera parte de El Hobbit suscitaba una curiosa contradicción: cosechaba todas las señas de identidad de un blockbuster a la vez que manejaba un tiempo más propio de la experimentación. Es decir: la voluntad de fraccionar el relato en tres partes terminó por dejar una primera parte de una película de aventuras en la que "apenas pasaba nada". Un encuentro, una cena, poco más. La producción de altos vuelos terminaba así en el terreno de una cierta cotidianidad, con sus tempos lentos. Esta tensión pone en evidencia la fijación de fragmentar, ya sea por razones económicas o por la desconfianza en la larga duración, películas que deberían funcionar de manera unitaria.

    Sin duda, Nymphomaniac no tiene nada que ver con El Hobbit. Sin embargo, su división en dos partes (obviaré los motivos o la autoría de esta decisión) resulta ciertamente cuestionable, por mucho que la película de Lars Von Trier se estructure por capítulos, siguiendo la narración de la protagonista y participando (al menos tímidamente) de una cierta serialidad.

    El primer volumen de Nymphomaniac terminaba con un "no siento nada", la segunda arranca con un regreso a la infancia para apuntalar en el pasado la sexualidad de la protagonista. Planteada a menudo como un collage, en el que tienen cabida todo tipo de texturas e imágenes (estáticas, sobreimpresiones, etc.), lo más interesante de la película es precisamente la tensión que ofrece en torno al relato -algo que, por otro lado, ya estaba presente en Melancholia, entre el drama íntimo y lo cósmico. Las digresiones narrativas y estéticas chocan constantemente con la voluntad de construir un relato lineal.

    La narración de Nymphomaniac se asienta sobre imágenes que funcionan como símbolos y su explicación teórica. Entre lo visual y lo retórico. La palabra termina por ocupar un lugar central -"cada vez que se prohibe una palabra se va contra la democracia", afirma un personaje; mientras la protagonista insiste en usar el término "ninfómana" en vez de "adicta al sexo"–. De hecho, lo mejor de la película es su final, cuando después de tanta palabrería lo que queda es una acción sobre negro -tampoco puede ser ilustrada en imágenes. Una última vuelta de tuerca cargada de ironía y que parece aligerar la gravedad de la película (tanto la 1 como la 2).

    A favor: Que mejora lo visto en la primera parte.

    En contra: Que resulta difícil no entender estas dos películas como una sola.

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