GHOST IN THE SHELL...A CAPA Y ESPADA
Está visto que es mi sino llevar siempre la contraria (y no es que encuentre especial placer en ello):
La contraria a los críticos "tocapelotas" que viven encerrados en sus mundos de autorreferecias.
La contraria a los fans inmovilistas.
La contraria a los inmovilistas que no son fans de nada
La contraria a los frikis contestatarios que alcanzaron el culmen de su rebeldía allá por los 80 y se quedaron allí a vivir.
La contraria a los que insisten en igualar calidad con taquilla: adoro los "revientataquillas"(blockbuster) que no revientan la taquilla, porque de ellos es el reino delos cielos
Les llevo la contraria a todos ellos porque esta revisión de "El Alma de la Máquina" me ha gustado, como dice mi colega Regino Mateo: "entre mucho y la ostia". Y por si fuera poco, incluso voy a blasfemar contra el anime de Mamoru Oshii de 1995, aunque sólo sea de refilón.
Empezaré blasfemando: Sí, la película de Oshii me deja bastante frío cada vez que la veo, lo cual implica que ya la he visto al menos dos veces...en realidad unas cuantas más; ya he perdido la cuenta.
Sí, la veo, la olvido, la "reveo", la vuelvo a olvidar...y así en un ciclo perverso en que me sigue dejando frío, pero por algún extraño motivo me hace regresar a ella. Vale que yo no esté muy cuerdo, pero quizás ésto sí debería hacérmelo mirar.
Referente de la cultura cyberpunk, reconozco la calidad de su animación, el despliegue de fotogramas icónicos y la sutilidad de sus planteamientos éticos, filosóficos y sociológicos...pero siempre he echado en falta un poco más de locura y de exceso...¡coño, que yo también me crié en los 80, y llevábamos hombreras!
Sí, reconozco que no es ni de lejos uno de mis animes favoritos.
Superado el momento blasmemo, si aún no os sangran los ojos, lo harán al leer mi defensa de esta versión "scarlettizada", deconstruida y reconstruida de 2017.
Lo primero que agradezco de esta nueva "Ghost in the Shell" es el absoluto desvarío y desparrame visual, el barroquismo, el abuso del detalle virtual superfluo que nos sitúa en una época "Blade Runner post Blade Runner". Como si el referente (Blade Runner) no fuera el futuro, sino nuestro presente, y toda esta historia se desarrollase en una época muy posterior.
Consigue crear un marco propio donde desarrorrar esta distopía, y sin embargo conserva y reproduce todos los elementos icónicos del film de Oshii, haciéndose reconocible en él.
Sí, todos los planos, escenas y secuencias legendarios de aquél "ghost" del 95 están aquí, readaptados y reubicados. Como dije, este guión de William Wheeler es una deconstrucción del original, un Mecanno al que se han desensamblado todas sus piezas para ensamblarlas con otras nuevas y crear un juguete semejante, que no igual. Mi atrevimiento llega a reconocer que disfruto mucho más alguna de estas recreaciones que aquellas a las que referencia.
Todos esos elementos que conforman el núcleo, el alma de la criatura, han sido diseccionados, pulidos, blanqueados y algunos desgrasados y predigeridos. Se han reubicado todos ellos en una historia que pretende ser más fácil de digerir, que se empeña en rellenar vacíos que quizás no era necesario rellenar. Todos esos elementos están, adquieren carácter propio y buscan un acercamiento a un público más de palomita y menos de postureo, sabiendo que éstos últimos los tiene perdidos de antemano.
Escribe Wheeler una aventura más asequible, más cercana, más "humana" y sentimental...incluso sensiblera en algún momento. Pero lejos de molestar todo ello conforma un espectáculo con mayúsculas, con la suficiente carne para contentar a quien busque fábulas distópicas antisistema, y con pirotecnia de sobra para quien sólo quiera eso: pirotecnia. Aunque por desgracia, los unos estarán tan iracundos por el "sacrilegio" cometido que no les deje ver más allá de su ira, y los otros acabarán refugiándose en algún otro blockbuster mucho más ruidoso y simple (como fast&furious) en que se no haya trama que digerir...y algunos críticos profesionalmente hemorróicos, tendrán los ojos demasiado cerrados por el estreñimiento como para poder ver nada.
Por eso, todos los esfuerzos por crear un "blockbuster" digno, espectacular, actualizado y respetuoso van a servir de poco a esta versión a la hora de contentar a la mayoría.
Nadie se va a molestar en reconocer, además de lo ya mencionado, ni la eficiente labor de dirección de Rupert Sanders ("culpable" de aquella "Blancanieves y la leyenda del cazador"), que ha conseguido hacer una película de lo que podría haber acabado en una simple hamburguesa. Ni el carisma y la convicción con que resuelve la Johanson. Ni el acertado giro electrónico de la partitura escrita por Clint Mansell (muy cercano a Tangerine Dream), respetando la pieza original de Kenji Kawai. Ni el cuidado de la fotografía, más allá de su espectacularidad. Ni la poca convencionalidad que encierran alguno de sus elementos.
Nada aquí será premiado y seguiremos fomentando un cine de palomitas absurdo y vergonzante que ni siquiera necesite que nuestras neuronas conecten.
Y es que, en el cine de palomitas, como en todo tipo de cines, también hay categorías.