Es muy común que muchos directores tengan un actor o una actriz fetiche. Alguien con el que trabajar sino en todas, en la mayoría de sus películas. A Tim Burton le pasa con Johnny Depp. A Scorsese con DiCaprio. Incluso a Paul Feig con Melissa McCarthy. Y en España también tenemos sus ejemplos. Pero como todo en este país, hasta en eso somos exagerados. Es decir, aquí un director no tiene a una actriz o actor fetiche. Aquí tiene a toda una legión de famosetes de turno para meterles en todas sus películas. Solo hace falta ver toda la filmografía de Almodóvar y comenzar a sacar nombres. Bien, Alex de la Iglesia es también muy dado a eso. “Mi gran noche“, su última comedia, está llena de todos los nombres que han formado toda su carrera. Todos. Excepto uno. Pero esta actriz tampoco es que tuviera mucha cabida aquí. (No, no diré el nombre).
La historia no puede dar mayor pie a todo tipo de situaciones alocadas: la grabación de una gala de nochevieja para televisión con todo tipo de variopintos personajes poblando el especial. La historia principal se centra en el duelo entre dos famosos artistas (el latino adolescente de moda y el legendario folclórico con más de 40 años de experiencia). Un duelo que no podría ser más prometedor: Raphael y Mario Casas. Pero que, desgraciadamente, nos deja con ganas de más. Las escenas en la que comparten plano pueden contarse con los dedos de una mano y el esperado y tan llamativo duelo se limita a un par de gags y que incluso requieren de más personajes para disfrutarlo. El veterano y el novato se quedan en agua de borrajas, aunque en el resto de la película, ambos personajes funcionen a la perfección, gracias a un exagerado y muy divertido Raphael y un Casas en una clara parodia a los típicos popstar del momento a lo David Bisbal.
La segunda historia, que podríamos considerar más secundaria, es la que realmente se come toda la película. Una llamativa Blanca Suárez, con un papel muy diferente al que nos tiene acostumbrados, junto a Pepón Nieto, tienen las mejores escenas de toda la película.
Una película con un humor ácido, irreverente, con mucho sarcasmo y que incluso se atreve a tratar un tema de trasfondo tan crudo como son las revueltas y las manifestaciones por ERE, que a modo de crítica, deja su puntito de queja de una forma limpia y audaz. El resto, mucho secundario de lujo, mucho cameo cachondo a lo “Torrente” y caras muy reconocidas para el público televisivo. De hecho, hay veces que piensas que el casting lo hizo alguien que metió en una coctelera a los actores de “Aida“, “El barco” y toda (repito, toda) la filmografía de Alex de la Iglesia. Ese tipo que igual te trae un thriller acojonante como una comedia de humor negro como una mezcla de terror y comedia. Y que nosotros siempre agradecemos tanto.
Lo mejor: su aire a “Muertos de risa“.
Lo peor: Carlos Areces, de nuevo eclipsando el verdadero talento del cine y no dejando paso a los que sí queremos ver en pantalla (y que obviamente, no es él).