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    El Guardián Invisible
    Críticas
    2,5
    Regular
    El Guardián Invisible

    Desajustes en el Baztán

    por Paula Arantzazu Ruiz

    No consigue Fernando González Molina (Palmeras en la nieve) trasladar a la gran pantalla todo el peso de la familia y el rostro inhumano del matriarcado que conforman el corazón de El guardián invisible, el super ventas literario de Dolores Redondo. Como toda adaptación de una novela, el reto era saber sintetizar y equilibrar los distintos tonos del material original: primero el melodrama de terror que vive por dentro su protagonista, Amaia, una agente foral que regresa a Elizondo, el pueblo donde creció, para resolver unos crímenes; después el 'noir', que arranca cuando aparecen varias niñas asesinadas, cuyos cadáveres son encontrados desnudos en los bosques del Baztán según un mismo e inquietante patrón de puesta en escena; y por último, el fantástico, que recoge todo el componente mitológico de la esa zona de Navarra. No es que el libro de Redondo lograra conjugar con éxito todos esos elementos precisamente, pero González Molina también se ha quedado lejos de saber ajustar los ritmos de cada una de las tramas.

    Mientras el relato 'noir' de El guardián invisible está conducido según las pautas marcadas por el género –es decir, ni sorprende ni disgusta–, es en los tramos melodramáticos y fantásticos en los que González Molina se pierde por completo. Los flashbacks de la protagonista –una Marta Etura que, por su parte, sí consigue endurecer su rostro para convertirse en la agente Amaia Salazar adecuada, entre la fortaleza y la fragilidad, en una interpretación que sobresale por encima de la de sus compañeros de reparto– están filmados bajo un prisma algo grotesco, como si las imágenes del horror y del trauma infantil que sufre Amaia fueran estampas hipertrofiadas. Igual de forzadas están las inclusiones de lo atávico en la película (la abuela que echa las cartas del tarot, el basajun, las premoniciones de la protagonista), versos sueltos que desencajan el ya arrítmico tempo del largometraje. En suma, en un momento en que el thriller español está en boga, poco añade este ejercicio al género cuando podría haber, sino transformado, al menos puesto en juego algunas de las convenciones del noir actual, sea porque en El guardián invisible la protagonista es mujer, por el vaivén de géneros que maneja la historia o por el componente atávico del relato. Tal vez con la secuela consigan arreglar todos esos desajustes. Veremos.

    A favor: El escenario del Baztán.

    En contra: Que estén desaprovechados todos y cada uno de los elementos característicos de la historia.

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