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    Quien a hierro mata
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Quien a hierro mata

    Para el 'thriller' de género, producto de cercanía

    por Manuel Piñón

    Aunque se trate de un supuesto impensable, si Quien a hierro mata la hubiera producido Marvel o dirigido Quentin Tarantino se habría rogado a los que la vieran antes del estreno que mantuvieran en secreto su desenlace. Sin embargo, en estos tiempos en los que el 'thriller' con giro final parece haberse apoderado del cine español, Paco Plaza ha tenido el valor de creer en su película más allá del mayor potencial 'spoiler' de la temporada. Es como si Polanski hubiera decidido que La semilla del diablo se llamará así en el resto del mundo.

    Desde ese titulo refranero que pide ser completado hasta el clásico 'La vida sigue igual' de Julio Iglesias -su letra es premonitoria- que sirve como 'leitmotiv' de la película, se pone en bandeja una historia que de no ser tan galleguísima, marcada por el marisco y la heroína, podría pasar por coreana. A estas alturas de su filmografía no quedan dudas de que cuando se trata de género, Plaza apuesta por el producto de cercanía. Lo hizo con su revisión de la peli de zombis en la desmadrada [Rec]³: Génesis y con más intención y trazos de cine social en la cinta de terror Verónica.

    Hace tiempo que se han empezado a trasladar algunas de las historias de esa Galicia caníbal de los narcos, las familias destrozadas y la ley del silencio, pero en manos de directores tan afinados como Plaza se convierte en un territorio que parece inexplorado. He sentido la tentación de resumir Quien a hierro mata sumando Breaking Bad y Fariña a Mientras duermes, pero el resultado sería impersonal, calculado y amorfo para una película en la que cada plano, mirada y gesto compone una tragedia profundamente humana. Hay sombras en el rostro de Luis Tosar que a pesar de haberlo recorrido tantas veces no se habían advertido antes. Seguramente mucho tenga que ver la luz que arroja su compañera de reparto. Con María Vázquez como su esposa embarazada, dando sentido a aquello de “siempre hay por quién vivir y a quién amar”, no hace falta justificar la motivación de un personaje. Para asomarle al abismo ya están los hijos del capo, espléndidos Enric Auquer e Ismael Martínez, y Xan Cejudo, que en el papel del patriarca se ha despedido con un villano escalofriante que se merece un lugar destacado en el infierno del cine español.

    Analizándola en frío, tras digerir la serie de acontecimientos que desencadena Quien a hierro mata -su última secuencia deja tan mal cuerpo que es imprescindible hacerlo-, se pueden encontrar pequeñas grietas en la trama, por supuesto. Por ejemplo, el personaje de Tosar, Mario, el enfermero de la residencia de ancianos que atiende al narco, se ocupa sin limitación de tiempo ni asistencia o vigilancia del recién llegado. Dudas que la realidad se ocupa de despejar: en el tiempo que ha ido desde que vi la película hasta su estreno no han dejado de aparecer informaciones sobre asilos que podrían inspirar tramas paralelas a Plaza y sus guionistas.

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