Crítica de SensaCine.com para Un amor: No hay nada de amor en 'Un amor'

Sobre la casa de Nat, un grupo de buitres sobrevuela en busca de carroña. La imagen de estas aves moviéndose en círculos, esperando a su presa muerta, se refleja en el cielo y en la tierra. Nat, por su parte, es una persona herida a los ojos de sus vecinos. La protagonista de la película Un amor, dirigida por Isabel Coixet y basada en la novela homónima de Sara Mesa, vive en un entorno violento que poco a poco la va consumiendo.

Antes de convertirse en el tema de conversación de un pueblo, Nat vivía en la ciudad y trabajaba como traductora de refugiados. La responsabilidad de encontrar la palabra exacta, aquella que puede determinar el destino de un ser humano, la lleva a abandonar todo y huir. Así, Nat termina en una casa y un lugar en el que todo está deteriorado: las cosas y las personas. En este pueblo sin nombre algunas cosas se pagan con dinero, pero otras como se puede: una caja de verduras a cambio de unos huevos o arreglar un tejado a cambio de sexo. Debido a unas goteras, Nat conoce a El Alemán, un hombre grande como una montaña, que le ofrece arreglar el techo de su casa a cambio de "un rato dentro de ella".

Coixet ha logrado una adaptación excepcional de la novela de Mesa, que trata temas como el deseo femenino, la soledad y la necesidad de ser amado a cualquier costo. No había una directora mejor equipada para capturar todo esto. Para lograr este resultado, claro, también es importante contar con alguien como Laia Costa, que interpreta a un personaje que es muy fácil odiar.

La nueva película de Coixet es un acierto en mchas cosas. Costa está excepcional en su papel y ella y su compañero Hovik Keuchkerian forman una gran dupla, tanto emocional como visual. Él es una mole vasta al lado de ella, lo que se convierte en una metáfora de cómo este lugar está aplastando a Nat. Coixet demuestra, una vez más, que es la mejor en retratar lo femenino y todas sus aristas.

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