Críticas
2,0
Pasable
Anna Karenina

Marceau y nada más

por Rodolfo Sánchez

Tras unos comienzos en Inglaterra más bien modestos, Bernard Rose sorprendió con su primera película en Estados Unidos, Candyman, el dominio de la mente, cuyo notable resultado parecía apuntar hacia una carrera más sombría y quizá dentro del género del terror. Pero con su siguientes películas se alejó completamente de esa impresión, primero con el mediocre biopic sobre Beethoven Amor inmortal y, después, con su fallida adaptación de la novela de Tolstoi Anna Karenina, en 1997. Dejando de lado lo dificultoso de llevar a pantalla dicha obra, el acercamiento de Rose falla por todas partes, sobre todo en el plano visual: el guion sabe sacarle partido a una historia y a unos personajes tan magníficos que a poco que se haga, la narración se sustenta. Pero Rose opta por una puesta en escena meramente academicista, basada un diseño de producción magnífico para envolver a unos actores que, salvo Sophie Marceau, hacen lo que pueden. La actriz francesa consigue darle a su personaje entidad y personalidad mientras se mueve por un decorado visualizado con frialdad por Rose, matando la pasión del relato. Parece como si el cineasta hubiera tenido miedo de caer en un exceso melodramático, alejándose diametralmente hacia el polo opuesto. Y en esa falta de encontrar el punto intermedio, el equilibrio, Anna Karenina naufraga, quedando una película aburrida y polar.

A favor: Marceau.

En contra: El academicísimo de Rose.