Críticas
3,5
Buena
Rosalie Blum

Vouyerismo de provincias

por Paula Arantzazu Ruiz

Del vouyerismo al espionaje, la obsesión y finalmente la ternura. Se trata, en efecto, de una extraña cadena de acción y emoción, pero en Rosalie Blum, adaptación del alabado cómic homónimo de la francesa Camille Jourdy, la vida no sigue el orden lógico que cabe esperar, si es que tal vez existe un único orden de las cosas.

Dirigida por Julien Rappeneau (hijo del director Jean-Paul Rappeneau), en Rosalie Blum primero conocemos a Vicente Machot, un peluquero de treinta y tantos aburrido de su vida y sometido a las excentricidades y miedos de su madre. Con una existencia anodina y rutinaria, Machot un día comienza a obsesionarse con una tendera cuya cara le resulta inexplicablemente familiar. En ese momento arrancará una serie de persecuciones y espionajes en el pequeño pueblo de provincias donde viven; un juego observacional que, como en la novela gráfica en la que se basa, se despliega según los puntos de vista de cada uno de los tres personajes protagonistas: Vincent, Aude, la sobrina de Blum, y el objeto de fascinación del joven peluquero y, a la postre, de los espectadores, Rosalie.

Poco a poco, las tres miradas de la cinta se van trenzando para acabar conformando un relato repleto de ternura y de comicidad. La cinta de Rappenau, que recoge ese tono melancólico y al mismo tiempo divertido del cómic de Jourdy, sabe modular bien los distintos ritmos del misterio y la cotidianeidad de una historia que trata de darle la vuelta, sin aspavientos ni vocerío, a las pequeñas vidas apagadas por el tedio. Una aventura tranquila de espías espiados y una heroína insólita.

A favor: El ingenio de la historia. Resulta complicado no caer rendido.

En contra: Que en la película el personaje de Aude es bastante distinto al del cómic original.