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    'American History X', una película de culto que casi es un milagro que exista: al final fue un éxito pero dejó por los suelos a su director
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    El joven debutante Tony Kaye se puso furioso durante la producción de la película cuando al estudio le gustó más el montaje final que había realizado Edward Norton a modo de experimento.

    Considerada por muchos como una de las mejores de todos los tiempos e incluso como una obra maestra, American History X es una de esas películas que, como mínimo, tienen la garantía de que van a ser recordadas siempre. Estrenada a finales de los años 90, en 1998, el largometraje marcó por completo a una generación y se considera una película de culto a día de hoy por su brillante crítica al racismo y a la violencia xenófoba que a menudo ha sido utilizada con fines educativos tanto en Estados Unidos como en otros países del mundo. Una descorazonadora e impactante historia con brillantes interpretaciones que nos dejó no una, sino varias escenas que permanecerán fijas en nuestras retinas para siempre.

    En American History X Edward Norton brindó, además, uno de las mejores interpretaciones de su carrera, por la que llegó a ser nominado al Oscar. En ella, Norton se encarga de dar vida a Derek Vinyard, un joven líder de un grupo neonazi violento que acaba en la cárcel por el asesinato de un joven de raza negra. La historia de Derek se cuenta a través de los ojos de su hermano adolescente, Daniel (Edward Furlong), quien le admira profundamente y, en última instancia, acaba viéndose empujado a seguir sus pasos.

    American History X
    American History X
    Fecha de estreno 18 de marzo de 1999 | 1h 59min
    Dirigida por Tony Kaye
    Con Edward Norton, Edward Furlong, Elliott Gould
    Medios
    3,9
    Usuarios
    4,4
    Sensacine
    3,0
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    La película, estrenada en otoño de 1998, fue recibida con grandes elogios y aplausos por parte de la crítica y, 25 años, más tarde sigue disfrutando de la misma buena fama y siendo, sin duda, una de esas películas que como mínimo hay que ver una vez en la vida.

    Sin embargo, detrás de las cámaras las cosas no fueron tan bonitas y su producción esconde una experiencia de lo más desagradable con su director, el debutante Tony Kaye, que pese a haber dirigido una de las películas más notables de los 90 acabó viéndose relegado a un segundo plano en Hollywood por lo que él mismo denominaría más tarde como un problema de ego.

    El problema con Kaye comenzó cuando la productora de la película, New Line Cinema, insistió en que se llevase a cabo una nueva edición de la película después de que el director hubiese presentado su versión final: una versión que tenía una duración de 95 minutos, que se había producido en tiempo y acorde al presupuesto cuyos primeros test de visionado habían tenido resultados bastante positivos. Y el director se lo tomó a mal: "Soy plenamente consciente de que es mi primera vez, pero necesito la misma autonomía y respeto que se le da a Stanley Kubrick".

    Según se sabe, Kaye quiso probar algo diferente e invitó a Norton, la estrella del filme, a editar su propia versión de la película, pero cuando ésta pareció gustar más a New Line Cinema y trataron de persuadirle para que fuera la definitiva, el director reaccionó fatal. Para solucionar las cosas, Kaye recibiría ocho semanas extra para entregar una nueva versión que decidió emplear en tratar de autosabotear su propio trabajo. Durante ese periodo, condenó el comportamiento tanto del estudio como de Edward Norton y llegó a evitar que presentaran la película en el Festival de Cine de Toronto, pero no entregó una nueva versión, así que el estudio respondió decantándose por la del actor.

    Furioso, Kaye pidió que su nombre desapareciera de los créditos y que en su lugar apareciera "Humpty Dumpty" -el personaje de una canción infantil americana-, y demandó al estudio asegurando que la nueva versión, 24 minutos más larga, era un "abuso total de creatividad".

    El caso, sin embargo, fue desestimado por la justicia y la película fue un gran éxito. Lamentablemente para Kaye, lejos de ponerle bajo los focos como una nueva prometedora figura en Hollywood, la forma en la que actuó generó una mala imagen sobre él que le vino realmente mal a su carrera en la industria. Algo que lamentaría después: "Mi ego se puso en medio. Fue completamente mi culpa. Siempre que puedo, aprovecho para disculparme". Tras su opera prima, Kaye no volvió a dirigir un largometraje hasta ocho años después con Lake of Fire (2006).

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