No lo niegues. Alguna vez, volviendo a ver las películas de Harry Potter, has pillado más de un pequeño fallo argumental que has decidido hacer como que no veías para seguir disfrutando. Pero quizá ninguno como el melón (mágico) que abren en Harry Potter y el prisionero de Azkaban, que en los libros se explica pero en sus versiones cinematográficas queda como la solución de oro que, por algún motivo, todos olvidan: el giratiempo.
Regreso mágico al pasado
Seguro que alguna vez, viendo las últimas entregas de la saga, te has preguntando por qué no cogen el giratiempo que Hermione consiguió en la tercera parte, vuelven al pasado, cambian las cosas, salvan a aquellos que mueren y se dejan de problemas. Claro, eso causaría un buen montón de incoherencias y problemas espacio-temporales (que se lo pregunten a Marty McFly), pero… es la solución perfecta. ¿No?
En los libros, quedaba más o menos explicado: el de Hermione terminó destruido al final del libro, y Harry Potter y la Orden del Fénix mostraba que, durante la Batalla del Departamento de Misterios que acabó con la vida de Sirius Black, la reserva de giratiempos fue destruida y, por tanto, los personajes se quedaron sin la posibilidad de arreglar el pasado.
En las películas nunca se enseñó, así que, si hubieran querido, podrían haber abierto una línea temporal alternativa donde todos los problemas se solucionaran en un par de minutos. ¡Ah! Si has visto (o leído) Harry Potter y el legado maldito sabrás que el concepto de giratiempo fascinó tanto a todo el mundo que lo trajeron de vuelta. Y de qué manera. ¿Alguna vez veremos un “Qué hubiera pasado si” potterico con viajes en el tiempo? Crucemos los dedos.