Martin Scorsese estaba trabajando en El color del dinero (una obra de encargo que es sorprendentemente magnífica) cuando cayó en sus manos una crítica del nuevo libro de Nicholas Pileggi, un reportero de crímenes reales y mafia en Nueva York. Y aunque no tenía ningún interés en hacer otra película de mafiosos para no encasillarse, no pudo resistirse: cuatro años después, estrenaría Uno de los nuestros, quizá su obra maestra más redonda... Y aún así, no exenta de fallos.

Matrícula no matriculada
Uno de los nuestros transcurre en los años 70, y encontrar coches de aquella época debió suponer un pequeño problema para la producción, que decidió tirar por la solución más sencilla para Scorsese: pegar otras matrículas del color correcto encima de las de modelos que existían entonces pero fabricados posteriormente. El problema es que una de ellas... acaba cayéndose en mitad de un plano sin ningún remilgo.
El error ha debido estar acosando a Scorsese durante años, porque incluso él, que aboga por la preservación del cine original en todas sus formas, ha utilizado el último remaster de la película para cambiar un par de cosas importantes. La primera, claro, la matrícula: ahora, el coche permanece intacto.
Pero, ya que estaba, ha aprovechado para cambiar otra cosa: el color de la señal que anuncia la calle, que pasa de ser verde a blanco, en consonancia con las que estaban en Nueva York en la época. Vale, nadie se iba a dar cuenta jamás y la película no iba a dejar de ser una obra maestra, pero es bonito ver que un genio aún se preocupa por hacer las cosas así de perfectas. Martin, te queremos.