Hoy por hoy es tremendamente normal que en el cine de terror se referencien continuamente otras películas. Es una manera de hacernos ver que esos personajes saben lo que están viviendo y no permanecen en un estado de inconsciencia absoluta al respecto. Pero, en su día, era inviable hablar de otras películas más allá del guiño para no permitir que el telón caiga y puedan verse los hilos manejando a las marionetas. Sin embargo, en 1996, hubo una película que cambió para siempre las reglas del juego: Scream.
¿Te gusta lo que hace la guarra de tu hija?
Scream es prácticamente un glosario del cine de terror contemporáneo. No es de extrañar: Wes Craven ya llevaba tiempo jugando con la idea del meta-terror que perfeccionó en La Nueva Pesadilla, y en su nueva película simplemente mejoró la fórmula. Hay referencias solo intuidas (Cuando llama un extraño, Demencia 13), otras de viva voz (Viernes 13, parte II, Pesadilla en Elm Street) y otras hay que ser un experto para verlas (Los chicos del maíz 2, Aullidos). Y luego está el truco de magia que hacen con El Exorcista.
Al inicio de la película, Billy Loomis le dice a Sidney "Estaban dando El Exorcista, me acordé de ti" justo antes de decir que era la versión televisiva, en la que habían cortado "todas las partes buenas". Después hay una reportera que aparece casi acosando a Sidney, y que lleva un crucifijo al cuello: es Linda Blair, la Regan de El Exorcista, que hace uno de los cameos más improbables de su vida.
Hacer una lista completa de todas las referencias terroríficas de Scream puede ser inabarcable, porque van desde La niebla hasta Escupiré sobre tu tumba pasando por El silencio de los corderos, Carrie y, por supuesto, La matanza de Texas. No es de extrañar que haya toda una generación de millennials que estuvimos obsesionados con Scream y que vivimos preparados para decirle a Ghostface que, efectivamente, nos gustan las películas de terror.