Que Cara a cara saliera bien es un milagro. El guion, que llevaba años en las oficinas de Warner sin que nadie hiciera nada con él, pasó a las manos de Paramount, que varios años después, y tras probar a unos cuantos directores y actores, decidió confiar en John Woo. Ahora nos parece normal, pero por aquel entonces Woo había dirigido solo dos películas en un idioma distinto al suyo. Entre los protagonistas se probaron dúos que habrían sido increíbles, como Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger o Michael Douglas y Harrison Ford, pero la elección final, de John Travolta y Nicolas Cage, es difícilmente mejorable.
A cara descubierta
Cara a cara solo costó 80 millones de dólares (y es espectacular, lo que debería dar qué pensar al cine de Hollywood actual) y recaudó 245 gracias a un argumento que podría haber sido una mamarrachada de serie B pero, de alguna manera, sabe sobreponerse y hacer que el espectador crea realmente que John Travolta y Nicolas Cage se han cambiado las caras. Por qué no. Fue tal éxito que desde 2019 llevan buscando, como sea, una nueva pareja con la que protagonizar una secuela tardía e innecesaria. De momento, poco más se sabe. Ojalá siga así.
Y eso que la original no es perfecta. Por ejemplo, si pausas la imagen justo antes de que Castor Troy desarme la bomba, puedes ver un buen puñado de los extras evacuando el lugar. Son planos muy rápidos, pero en el plano interior, puedes ver, a través de las puertas de cristal que llevan a la calle, la grúa, con un operador de cámara sentado en ella sin ningún problema, creyendo que es absolutamente imposible que salga en plano. Ups.
John Woo se convirtió en el nuevo director que todo el mundo quería en sus proyectos, pero tras tres películas más (Paycheck, Windtalkers y la infame Misión Imposible 2) volvió a Hong Kong para quedarse. De hecho, ha tardado veinte años en volver con la deliciosa Noche de paz. Que sea la primera de muchas, John.