Las pantallas de todo el mundo se preparaban para una increíble guerra en 1984 entre dos productos que jugaban exactamente a lo mismo. De un lado, Breakdance, que, a la postre, fue la última película que dio beneficios a Cannon Films. De otro, Beat Street, que Orion estaba rodando al mismo tiempo. Ambas películas tenían el hip hop y el breakdance como protagonistas, y se estrenaron con solo un mes de diferencia. Sorprendentemente, ambas dieron dinero, pero la ganadora absoluta fue Breakdance: costó apenas 1,2 millones de dólares... ¡Y recaudó casi 40 en todo el mundo! Digno de echarse un baile.
Jean Claude Rap-Damme
Si te decides a verla, fíjate bien en la primera escena, porque hay sorpresa: entre el grupo de personas viendo la exhibición de break vas a encontrar, entre el público, a un muchachito de 24 años animando y bailando que acababa de llegar a America después de vender su -muy rentable- gimnasio en Bruselas: un tal Jean-Claude Van Damme. Como experto en kárate no es lo que quería hacer, pero era un inicio.
Ese mismo año, justo después del rodaje de esta escena, pudo pivotar al cine de acción con su breve aparición en Desaparecido en combate, junto a su entonces amigo Chuck Norris. Poco imaginaba que 5 años después estaría protagonizando una película guionizada por él mismo, Kickboxer, y que sería tal éxito que llegaría a tener seis secuelas (con otra más en preparación ahora mismo, Kickboxer: Armageddon).
Por cierto, Breakdance tuvo también una segunda parte (sin Van Damme) que ha pasado a la historia de las secuelas ridículas: se trata de la famosa Breakdance 2: Electric Boogaloo, que se rodó tan rápido que se estrenó tan solo seis meses después de la primera y, pese a las risas, quintuplicó su presupuesto en taquilla. Tanto fue así que en 1985 estrenó una tercera parte, Rappin', que ya sí que no fue a ver nadie. Daba hasta donde daba.