Hay actores que llevan décadas trabajando y, aun así, no les vemos. Me refiero a "ver" con su verdadero significado: el de percibir, el de fijarnos realmente en ellos, el de ser conscientes de su presencia plena en la pantalla. Pasa algo muy extraño cuando uno de esos rostros que tantas veces han estado delante de tus narices se lleva toda tu atención. Eso es lo que me ha pasado con Joel Edgerton en Sueños de trenes.
Sueños de trenes, dirigida por Clint Bentley, es la adaptación de la novela homónima de Denis Johnson que fue finalista del premio Pulitzer de ficción en 2012 -ese año no se entregó el galardón en esa categoría-. La historia de la película, ambientada a principios del siglo XX en Estados Unidos, sigue a Robert Grainier, un leñador que pasa parte del año trabajando en el bosque y la otra lo hace en casa con su mujer y su hija pequeña. En uno de sus regresos, un incendio ha destruido su cabaña y su familia ha desaparecido. Robert se vuelve entonces un ermitaño que espera su regreso el resto de su vida.
Pausa 'Frankenstein' en el minuto 39 para ver a Santiago Segura: verle en las películas Guillermo del Toro ya es tradiciónSoledad y duelo: Un diálogo entre pasado y futuro
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Sueños de trenes es la mejor interpretación de Edgerton, un actor que lleva trabajando en la industria desde los años 90, pero que, en mi caso, se me olvidaba que forma parte de ella. Ya no me ocurrirá más porque no tengo duda alguna de que Sueños de trenes es una de las mejores películas del año. Descubrirlo ha sido toda una sorpresa. No me esperaba que este proyecto, disponible en Netflix y del que la plataforma apenas ha hecho promoción, se fuera directo a lo más alto de mi top de 2025. Lo inesperado juega siempre con ventaja, pero es que, en este caso, la existencia de este proyecto parecía casi un secreto. Si he sabido de ella ha sido por las redes sociales y por gente que se ha molestado en recomendarla con mucha estima. Creía que todos exageraban, pero tenían razón. Experimentarla ya ha sido como descubrir un tesoro.
Sueños de trenes es una película bellísima, un diálogo entre pasado y futuro y un relato sobre la soledad y el duelo en la que las imágenes pintan las escenas con una mano magistral. Bentley consigue un filme que es cuento y fábula, un canto a las pequeñeces de la vida y a cómo el gesto más mínimo puede significar un mundo entero para alguien. Las imágenes son hermosas y cuando riman con los diálogos se vuelven casi místicas. Sueños de trenes es la ternura que existe en la tristeza y la nobleza que hay en el amor.
Edgerton interpreta a Robert Grainier, condenado a ser perseguido por los fantasmas de su pasado, con delicadeza y afecto. Ver el paso del tiempo en él, más testigo de las vidas de los otros que de la suya propia, te rompe el corazón. Sueños de trenes parece la historia que nunca se cuenta del personaje secundario. Ese que, en algún momento de la película, revela la tragedia que le hizo ser como es. Bentley le convierte en el protagonista, en un hombre que parece leyenda del folclore, en un ser mágico del bosque, pero que no es más que un humano viviendo, sin tomar decisiones, los días que le quedan en la Tierra.
La grandeza de Sueños de trenes es incuestionable cuando, en sus momentos finales, una sola frase y una sucesión de imágenes te arrollan con la fuerza de una ola gigantesca. Bentley hace que emocionarse esté obligado por ley.
Para esto existen las salas de cine
Netflix
Precisamente por todo esto, tiene delito no haber podido ver Sueños de trenes en cines. Es para filmes como este para los que existen. Netflix la estrenó en salas seleccionadas el pasado 7 de noviembre. Lo descubrí tarde, lo reconozco, pero saberlo con antelación no hubiese cambiado nada. De acuerdo a la cuenta de Instagram de Tripictures -encargada de distribuir el filme en nuestro país-, solo ha estado disponible en ocho salas y ninguna en la localidad en la que vivo. Espero que en Estados Unidos hayan tenido más suerte.
Si Sueños de trenes es mágica en una pantalla de televisión, da mucha rabia imaginar la mejor posibilidad de todas y que no sea un sentimiento correspondido. Todo hay que decirlo: puede que si Netflix no se hubiese hecho con los derechos de distribución, ver una pieza como esta hubiese sido imposible. Bentley ha contado en The Guardian que los estudios no estaban muy por la labor con el proyecto. "Decían: 'Suena genial. ¡Pasamos!", reveló. Sin embargo, una danza de imágenes y sonidos como la que ha conseguido el cineasta se merece más.
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Udo Kier, actor de más de 200 películas que ha fallecido este domingo a los 81 años, solo escribió un tuit en toda su vida: "Una película no debería emitirse en Netflix. Envuélvete en la oscuridad de la sala de cine y sométete a la visión del artista". A ver, igual no hace falta con todos los filmes, pero en casos como Sueños de trenes, tenía razón.