Tocar determinadas materias sigue siendo objeto de muchas polémicas, y se llega a la conclusión de que ya no se puede hacer nada incómodo y, por tanto, algunos clásicos no existirían hoy. Pero algunos clásicos a duras penas llegaron a existir en su momento dada las grandes polémicas que generaba casi su mera existencia.
No hay ejemplo más paradigmático que La vida de Brian, donde ni siquiera el caché y reputación de los Monty Python era suficiente para garantizar financiación para el rodaje. Lo consiguieron a través de mecenas y amigos, creando una ambiciosa producción independiente, pero llegar a hacer la película era sólo el primer desafío de muchos.
Una blasfemia internacional
Como era comprensible dada la naturaleza paródica con la que abordan la religión y la historia de Jesucristo, muchas asociaciones católicas pusieron el grito en el cielo con la existencia de la película, calificándola de blasfemia. En su país original, el Reino Unido, varios cines se negaron a mostrarla por miedo a represalias, mientras las cadenas públicas se negaron a emitirla por posible ofensa a los sentimientos religiosos.
Unos sentimientos preservados en otras partes del mundo, que hicieron lo posible porque La vida de Brian no llegase a las salas. En Estados Unidos tuvieron éxito, aunque se formaron muchos piquetes de protesta por miembros de la Iglesia. En Finlandia sólo pasó el filtro poniendo al comienzo de la película que era una parodia de los films históricos de Hollywood y no de la religión.
Qué ver (gratis): una de las comedias más desternillantes de todos los tiempos que parodia el cine de aventurasIrlanda y Noruega fueron incluso más lejos, y prohibieron la película directamente de ser estrenada. Durante ocho años mantuvieron este veto para no ofender a los ciudadanos religiosos. Suecia, por otro lado, no sólo la estrenó, sino que aprovechó la ocasión para hacer marketing a costa de sus vecinos escandinavos.
En el país la película se estrenó con el eslogan “Tan graciosa que fue prohibida en Noruega”, empleando el humor para oscurecer cualquier atisbo de polémica. La vida de Brian acabó alcanzando su condición de clásico así, con tanto humor por minuto que daba igual qué se estaba parodiando.
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