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    Te contamos 'El inocente'

    Asistimos a la proyección de lo nuevo de Matthew McConaughey: un thriller judicial que recuerda mucho a las adaptaciones de John Grisham de los años noventa. ¿Por qué? Aquí te lo contamos... (por cierto: sale Marisa Tomei).

    En la década de los noventa sufrimos de una forma tan contundente como efímera el ataque de las conocidas"adaptaciones Grisham", una serie de películas basadas en los diferentes best-sellers que el escritor americano John Grisham ha ido publicando a lo largo de su carrera y cuyas versiones cinematográficas fueron producidas bajo el mismo encorsetado patrón: reparto coral plagado de caras conocidas, una puesta en escena cercana a las tv movies, casi todas ellas amparadas bajo el epítome de "cine judicial" y donde el suspense se mantenía hasta la última secuencia, que era cuando finalmente el héroe de la función se alzaba triunfador frente a sus poderosos enemigos. Como suele suceder en estos casos arrancó con unos asombrosos éxitos de taquilla que, con el tiempo, fueron desinflándose de tal forma que sus últimas adaptaciones fueron producidas directamente para televisión, siendo emitidas en la letárgica sobremesa de los domingo. ¿Las películas? Todos las recordamos: 'La tapadera (The Firm)' (1993) de Sydney Pollack, 'El informe Pelícano (The Pelican brief)' (1993) de Alan J. Pakula, 'El cliente (The Client)' (1994) y 'Tiempo de matar (A Time To Kill)' (1996), ambas de Joel Schumacher (esta última con Matthew McConaughey como actor principal), 'Cámara sellada (The Chamber)' (1996) de James Foley, 'Legítima defensa (The Rainmaker)' (1997) de Francis Ford Coppola...

    Pues bien, 'El inocente (The Lincoln Lawyer)' del cineasta (para nosotros desconocido) Brad Furman regresa a ese terreno tan acomodaticio como altamente previsible adaptando, cómo no, un best seller, en este caso de Michael Connelly -Clint Eastwood adaptó su 'Deuda de sangre (Blood Work)' en el 2002-, en el que se retrata el via crucis de un abogado (aparentemente) sin escrúpulos que descubre que su cliente podría ser un asesino de mujeres... La película juega continuamente al acoso y derribo moral del picapleitos presumido y engolado al que da vida McConaughey, mostrado al principio de la película como un chulesco personaje al que, a medida que el miedo le va haciendo mella, se va humanizando hasta lograr simpatizar con el espectador.

    Previsible, alargada y algo aburrida, 'El inocente (The Lincoln Lawyer)' -no confundir con la película homónima de 1993 protagonizada por Anthony Hopkins-, es carne de sobremesa. Un vehículo perfecto para la desconexión cerebral y el entretenimiento acuoso: indoloro, incoloro, insípido, inoloro... cuyas líneas más interesantes son completamente ajenas a las intenciones del film. Como, por ejemplo, que la película sea un perfecto retrato de la hipocresía moral que suele regirse en los EE.UU. con respecto a la prostitución: se practica abiertamente pero en un juzgado adquiere el mismo valor que un asesinato. Así como la curiosa analogía que plantea el director al identificar dinero y poder con corrupción e ignominia sin ningún tipo de término medio. Y es que buscar matices en 'El inocente (The Lincoln Lawyer)' es casi tan difícil como entender el (inexplicable) odio que toda la policía parece sentir contra el personaje de  McConaughey...

    Daniel Villarraso

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