Tras conocer a Mads Mikkelsen en el set de The Salvation, el escritor y realizador danés Anders Thomas Jensen, logró convencerle para que liderara la salvaje comedia presentada hoy en Sitges: Men & Chicken. Un auténtico aquelarre de chistes en el filo del bad taste –la película arranca con una cita online entre el tarado al que da vida Mikkelsen y una psiquiatra en silla de ruedas, todo para ahorrarse el dinero que cuesta una consulta- donde el bestialismo, la gerontofilia y el onanismo compulsivo, son recursos utilizados continuamente en el guión para desatar la hilaridad del espectador. Lo curioso es que funciona. Y este relato que junta a una familia de hermanos altamente disfuncionales –son unas bestias pardas que se zurran más que La pareja basura-, hijos cada uno de una madre distinta y con un padre cadáver encerrado a cal y canto en su habitación, acaba funcionando como una versión danesa del también punk, Alain Guiraudie –el pueblo rural convertido en un cosmos de pajilleros sin fronteras-. No lo llaméis poshumor, llamarlo humor burro. Y vaya si la gente se ha reído.
Sin llegar a dichas cotas bizarras, pero también con grandes dosis de humor negro, hemos podido ver el debut en la dirección del actor escocés Robert Carlyle, en la divertidísima The Legend Of Barney Thomson. En ella vemos como un peluquero cenizo y anodino (el propio Carlyle), hijo de un vieja díscola aficionada al bingo y a la carreras de galgos (sensacional Emma Thompson), acaba siendo confundido con un asesino en serie que desmiembra a sus víctimas para enviar luego por correo partes de las mismas a sus seres allegados: la película empieza con una mujer que recibe un pene en una caja. Comedia de crímenes erróneos, plagada de miembros amputados congelados y una investigación policial de lo más delirante, parece homenajear las grandes comedias de la Ealing, mediante a su retrato absurdo de violencia accidental protagonizada por personajes que rallan la estupidez más categórica. Carlyle tiene nuestro voto a favor.
En el film francés La próxima vez apuntaré al corazón de Cédric Anger, se narran unos estremecedores hechos reales acaecidos en Francia en los años 70. Un asesino en serie que mataba compulsivamente a mujeres y las dejaba tiradas en la calle, era en realidad uno de los gendarmes que investigaba el caso. Más que un thriller al uso, la interesante película de Anger se centra en el retrato de este viscoso asesino, al que Guillaume Canet da vida en una asombrosa composición actoral. La película, así, dedica mucho tiempo a filmar la cotidianidad de este monstruo, poniendo de relieve la bipolaridad existente entre el gendarme recto y exigente, y el psychokiller febril, con un hambre de matanza incombustible.
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