Mi cuenta
    Eduardo Verástegui ('Little Boy'): "Sólo hago películas que eleven la dignidad de los latinos"

    La película dirigida por Alejandro Monteverde se estrena en España el 30 de octubre.

    El próximo 30 de octubre llega a los cines Little Boy, el segundo trabajo como productor del actor mexicano Eduardo Verástegui (Bella), con quien hemos tenido el placer de charlar durante su visita a Madrid. El intérprete nos ha confesado que decidió fundar su propia productora para tener "el poder de controlar el mensaje y el contenido" de los proyectos en los que trabaja, y para intentar cambiar la visión que el mundo tiene de los latinoamericanos.

    Ambientada en los años 40, la cinta dirigida por Alejandro Monteverde tiene como protagonista a un niño de 8 años, cuya vida se hunde cuando se entera que su padre, con el que tiene una estrecha relación, ha sido capturado por el ejército japonés, en Segunda Guerra Mundial. Pese a ello, el pequeño no perderá la esperanza de ver a su padre de vuelta, sano y salvo. Una historia que, según Verástegui, trata de sacar al niño que todos llevamos en nuestro interior.

    ¿Por qué decides dejar en un segundo plano tu faceta como actor y convertirte en productor?

    Nunca he dejado de lado mi faceta como actor. Al contrario, me convertí en productor para cuidar los proyectos en los que voy a actuar. En algunas películas me tocará actuar y en otras no. No puedo, en cada película que me toque producir, sólo por ser el productor meterme a la fuerza como protagonista. Yo voy detrás de la historia. Si llega a mis manos una historia que me encanta, que veo la necesidad de contarla, lo voy a hacer. Si hay algún personaje para mí, entro, si no hay pues me quedo detrás. Por ejemplo, en Bella, la primera película que produje, soy el protagonista. Sin embargo, en Little Boy, me toca producir, y sólo actuar en tres escenas.

    ¿Qué busca en los proyectos que produce y protagoniza?

    Como productor tienes la oportunidad de controlar el mensaje, el contenido. Como actor no tienes ese poder. Como actor te sometes a lo que alguien escribe, le das vida al personaje, no tienes ni voz ni voto. Puedes tener la suerte de que llegue a tus manos algo que vaya en línea con tu manera de pensar, pero no siempre es así. Esto es, siempre que como actor quieras contar historias que trasciendan. Si eres un intérprete que simplemente quiere trabajar, haces lo que venga. Esto es lo que hacía yo al inicio de mi carrera. Después de diez años, me di cuenta que no estaba asumiendo las responsabilidades que debería. Se me olvidada que cualquier proyecto en el que te involucrabas como actor iba a afectar a la forma de pensar de las personas, sobre todo a los jóvenes que imitan todo lo que ven en el cine y la televisión. Cuando te das cuenta de esas cosas ya no puedes aceptar el proyecto sólo por un cheque. Llegó un momento en el que le ponía lupa a todos los proyectos que me llegaban, y si el proyecto no estaba diseñado para hacer de este mundo un lugar mejor, elevando la dignidad de los latinos, que bastante atropellada está sobre todo en Estados Unidos, no lo aceptaba. Cuando hice la promesa de no volver a hacer ningún proyecto que ofendiera mi fe, a mi familia o a mi comunidad hispana, me di cuenta de que me estaba quedando sin trabajo, porque todo lo que llegaba a mis manos hablaba de lo que yo había prometido no hacer. Me refiero a todos esos proyectos en los que los latinos aparecemos como lo peor de lo peor. Desde los años 40 hasta la fecha, Hollywood se ha encargado de perpetuar este estereotipo negativo de los latinos. Ahí es donde dije yo no puedo seguir siendo parte de este problema, quiero ser parte de la solución. Es una pena que mucha gente en Estados Unidos piense que los hispanos somos una amenaza a la democracia del país, porque piensan que somos lo que ven en el cine y la televisión. Me di cuenta que era parte del problema y me quise convertir en parte de la solución, y eso es lo que me lleva a convertirme en productor. Buscar yo mismo las historias que tengan los ingredientes necesarios para poder llegar al corazón de la audiencia de manera individual o colectiva, y dejar un mensaje, semillas de amor, semillas de esperanza.

    La historia de Little Boy es muy americana, con la Segunda Guerra Mundial como escenario, ¿qué le atrajo de ella para decidir financiarla?

    Nosotros vivimos en Los Ángeles, desde hace muchos años, ahí tenemos nuestra productora de cine, y cuando terminamos la gira promocional de Bella, su director, Alejandro Monteverde, escribe Little Boy junto con Pepe Portillo, otro cineasta mexicano. Cuando produces una película de cine independiente pones tu vida, corres un elevado riesgo, empleas mucho tiempo, tienes que recaudar los fondos... en fin, pones tu vida. Y por ello, el reto debe valer la pena. Porque la vida es corta. Me mandaban guiones y guiones, y ninguno me convencía. De pronto, llegó Alejandro Monteverde, y me encantó su guión. Se me olvidó que era una historia americana, eso era lo de menos. Efectivamente, es una historia americana, pero con un mensaje universal. Aunque la historia hubiera sido japonesa, china, española... No importa en qué país haya sucedido, la historia va más allá de la ciudadanía de los personajes.

    ¿Cuáles diría que son los mensajes de la película? ¿Cree que tienen cabida en la sociedad actual?

    Es una historia para toda la familia. Es la historia de amor entre un padre y un hijo. Un hijo que está dispuesto a hacer lo que sea por salvar la vida de su padre. Un padre que pasa tiempo de calidad con sus hijos, y es por eso por lo que el niño le adora. Una historia que nos regala tres cosas muy importantes, que no le pueden faltar al ser humano: la fe, el amor y la esperanza. La típica historia del patito feo, el niño que nadie quiere, el más bajito de todos, el más débil, que al final se convierte en el más fuerte de todos. Y de alguna manera todos tenemos ese niño frágil que quiere convertirse en un niño fuerte. Es una película diseñada para despertar la niñez que todos llevamos dentro. La pureza, la inocencia, la capacidad de amar y perdonar, la capacidad de asombro que uno va perdiendo cuando va creciendo. Entramos al mundo de los adultos y ahí aparecen los miedos, las inseguridades, las guerras, los prejuicios... que a veces nos llevan a convertirnos en nuestros peores enemigos. Me gustó mucho esta historia porque no impone, sino que propone soluciones. En la vida real ocurre lo mismo, las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra. Si tú pones el amor en acción, es imposible que el de al lado no se contagie. El niño busca convertirse en la mejor versión de su persona. Ese es el mensaje que queremos dar, que la gente salga del cine, no sólo entretenidos, sino también queriendo convertirse en la mejor versión de su persona. ¿Cómo? Amando más, perdonando más, juzgando menos, quejándonos menos, y sobre todo haciendo la lista del amor.

    Aunque la historia suceda en los años 40, vamos a ver cómo en la actualidad, pese a que hemos avanzado en tecnología, ciencia y medicina, seguimos teniendo los mismos problemas, guerras, prejuicios, maltrato, abuso... y la respuesta sigue siendo la misma, a los problemas de hoy, dejar que el amor gobierne nuestras vidas, y volver a ser niños otra vez.

    ¿Cree que hay una carencia de esos tres valores en la sociedad actual?

    Sí, claro. En México, en España, y en muchos países, más del 50% de la población ha perdido la esperanza por la situación que estamos viviendo, por la crisis económica, la crisis en valores, por las guerras, la corrupción, y por tantas cosas que uno ve en las noticias y le llevan a pensar que el mundo está de cabeza. Cada uno se tiene que hacer una pregunta, ¿soy parte del problema o parte de la solución? ¿Quién soy yo? ¿Qué estoy haciendo en este planeta? Cada uno tenemos en nuestro interior al lobo blanco y al lobo negro. Y, ganará aquel al que alimentemos más. Es importante rescatar estos tres valores, para poder ver el mundo con una mayor claridad.

    De eso trata Little Boy, de un niño tratando de convertirse en la mejor versión de su persona, tratando de ayudar a su prójimo por amor a su padre, y al final lo logra. Logra mover montañas. Esa montaña que ponemos en la película es una montaña en sentido figurado. Esta película es un cuento para adultos, desde la perspectiva de un niño, pero como muchas analogías, simbolismos... La montaña representa los problemas que todos tenemos, la muerte de un ser querido, una enfermedad, un fracaso en el amor, un despido laboral... Cuando esta gente vea la película se vayan con una mentalidad nueva. La vida es difícil, pero todo lo que vale en la vida cuesta trabajo.

    ¿Está trabajando ya en algún nuevo proyecto cinematográfico?

    Tenemos varios proyectos. Un par de documentales que tratan más o menos el mismo tema: no hay mejor inversión que la educación. Sobre todo la educación de los niños de la calle, que realmente son los más olvidados. No se les dan las herramientas (la educación en valores), las oportunidades... y después hay consecuencias. La idea es apostar por la educación de los niños de la calle. Son diez episodios centrados en un niño que descubrimos en la calle, y vamos a ver el antes y el después. Tres años después de ir a la escuela vamos a ver cómo cambian sus sueños, su forma de pensar... Y la idea es que si funcionó en este niño puede funcionar con cualquiera. Quiero inspirar, a través de esta serie documental, a que la gente se involucre más en poner ese amor en acción, ayudando a aquellos que ni siquiera tienen escuela. También tenemos una película sobre la juventud de la Virgen María, varias películas más. En total tenemos siete proyectos de cara a 2016.

    FBwhatsapp facebook Tweet
    Comentarios
    Back to Top