6- Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995)
Antes de involucrarse en el mundo de los superhéroes -y, en particular, de los X-Men-, Singer sorprendió a propios y extraños con la que sólo era su segunda película, basada en un guión de Christopher McQuarrie. Para ella, contó con un reparto estelar encabezado por un divertidísimo Benicio Del Toro, un solvente Chazz Palminteri como atribulado policía y, sobre todo, un inquietante Kevin Spacey -ganador del Oscar- como Verbal Kint, testigo principal en la investigación para localizar al genio criminal Keyser Sozé.
Como culminación a una retorcida estructura en base a 'flashbacks', el personaje de Palminteri acababa llegando a la conclusión de que Kint se había inventado casi toda su historia prácticamente sobre la marcha, resultando ser el mismísimo Keyser Sozé. Sin embargo, este descubrimiento se producía cuando ya era demasiado tarde, y Kint había logrado escabullirse.
5- Oldboy (Chan-wook Park, 2003)
En este perturbador 'thriller', que contó con un 'remake' muy inferior a cargo de Spike Lee, Oh-Dae Shu (Choi Min-sik) es encerrado en una habitación durante quince años y, justo cuando piensa que tendrá que permanecer allí hasta su muerte, es liberado y desafiado a averigar la razón de su encierro. Lo que en un principio parecía la historia de la venganza del protagonista, en la cual sería ayudado por la dulce e inocente Mido, acabaría no obstante siendo algo totalmente distinto.
Durante el desolador final, Dae Shu descubre que Mido, de la que se ha enamorado y con la que ha mantenido relaciones sexuales, es su propia hija, a quien había perdido la pista cuando comenzó su cautiverio. Y, lo que es más, todo había formado parte del maquiavélico plan de su captor, que se vengaba así de la muerte de su hermana, de la que culpaba a Dae Shu.
4- El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968)
El hecho de que prácticamente todos conozcamos en qué consiste el secreto de este clásico de la ciencia ficción -a lo cual no ayuda que ya el mismo cartel lo 'spoileara'- no le quita nada de mérito al arriesgadísimo giro que suponen sus minutos finales. En ellos, Charlton Heston descubría que su llegada al planeta de los simios, donde los humanos habían sido esclavizados, en realidad había sido producto de un viaje en el tiempo hacia el futuro, y que había estado en la Tierra durante todo el metraje.