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    Festival de Sitges: Éxito de Brandon Cronenberg con 'Possessor', un duelo de mentes asesinas de ecos 'cyberpunk'

    La expulsión de '¡Desconectados!' de la sección oficial marca la quinta jornada del certamen.

    El día arrancó (para nosotros) de la mejor manera posible. SensaCine estrenaba en Sitges su último vídeo, un TOP 30 'Cult Horror Movies' (Películas de Terror de Culto), que era la vez un homenaje al propio festival, como una reivindicación del cine de género que siempre ha tenido que pelear para poder encontrar su lugar en la Historia del terror cinematográfico. Títulos como La posesión (1981) de Andrzej ZulawskiGozu (2003) de Takashi Miike o El rojo en los labios (1971) de Harry Kümel (por citar algunos de los nombrados en el Top), dignifican la pasión intrínseca al género, las 'midnight movies', la búsqueda pretérita de una copia en VHS de las mismas y, finalmente, le reivindicación absoluta de muchas de las películas de la lista como ya clásicos intocables del género. Tras la proyección del video hubo una mesa redonda participé junto al director del Festival de Sitges, Ángel Sala, y los críticos y programadores Gerard Casau y Violeta Kovacsics. Ya os digo que no sólo fue uno de los momentos más bonitos vividos por mí en Sitges, sino uno de los más bonitos que he vivido nunca en esta profesión. Agradecimientos infinitos al Festival por hacernos la propuesta.

    'Possessor Uncut': un relato 'pulp' de aroma 'cyberpunk'

    ¡Fin del autobombo! Volvemos a la competición oficial, cuya línea media de flotación está resultando de lo más atractiva y sugestiva, con el segundo largometraje del realizador Brandon Cronenberg (hijo de David, claro), quien ya ganaría el premio al Mejor Director Novel en la edición de 2012 con su ópera prima Antiviral. En esta ocasión ha presentado Possessor Uncut -ignoro el por qué de ese 'uncut'-, cinta aterriza en Sitges tras su estreno en el pasado Festival de Venecia, y donde Cronenberg hijo sigue jugando a ser el discípulo más preparado de la obra de su progenitor. Si en Antiviral experimentó con los conceptos de la "nueva carne" de los 80, en Possessor se asienta en el relato 'pulp' de aroma 'cyberpunk', de asesinos -asesinas, en realidad- capaces de suplantar a otros individuos mediante implantes cerebrales y así llevar a cabo su misión (si le quitáramos la casquería gore, estaríamos en un Philip K. Dick de libro). Cronenberg mejoró mucho su pulso como cineasta, aguantando la intensidad del relato conjugando suspense criminal -preparación y elaboración de los crímenes- y 'thriller' psicológico con bastante de 'mind-fuck' -la suplantación cerebral lleva a la coexistencia de dos individuos en un mismo cuerpo- y un gusto por perderse en imágenes metafóricas de fusión de organismos de fuerte impronta estética. Andrea Riseborough (Mandy, 2018) y Christopher Abbott (James White, 2015) son las dos mentes cruzadas a la caza del empresario malévolo con el rostro de Sean Bean en esta cinta que no esconde su gusto por la carne apuñalada, los baños de sangre inclemente y, en general, una pasión por la violencia tan desmedida como celebrada a gritos por el público (incluso en un momento tremendamente dramático: esto es Sitges y así van las cosas). A Brandon le queda muy poco ya para que cuando hablemos de él no tengamos que referirnos nunca más a su padre.

    '¡Desconectados': una expulsión inesperada

    Uno de los gatillazos más raros del festival vino por la expulsión, justo antes de empezar, de la película ¡Desconectados! de la sección oficial competitiva. Al parecer, con la cinta cerrada en programación desde hace semanas, ésta se estrenó por sorpresa en un canal en 'streaming', arruinando el estreno europeo de la misma en Sitges. Una pena, porque la película de Alex Huston Fischer y Eleanor Wilson, es una cinta de las que se suelen salir reforzadas del mismo. Anclada en 'sci-fi' independiente que tantas buenas noticias nos ha traído los últimos años -y pienso tanto en Seguridad no garantizada (2012) como en, no sé, Coherence (2013) o La invitación (2015)- la película cuenta la huida al campo de un matrimonio de informáticos que deciden, literalmente, renunciar a la tecnología para poder reencontrar algo de calma y sentido a sus vidas. Una idea magnífica sino fuera porque es justo cuando marchan a la cabaña en el campo que una raza de peluches alienígenas deciden invadir la Tierra matando todo lo que encuentran a su alrededor (y bebiéndose todo el alcohol existente). La idea es clara: a la vez que los cineastas hacen una crítica mordaz al uso que le damos los humanos a internet, a la vez satiriza lo idílico de vivir en contacto con la naturaleza. Se vea por dónde se vea, cualquier opción es nefasta. De ahí que esto, más que una cinta 'sci-fi', sea una comedia sobre las relaciones de pareja y la incomunicación a la que nos llevan las apps del móvil. Así que, la película gustará más o menos en función de la gracia que te haga todo ello. Lo de los marcianos: es una excusa; bastante divertida, pero sólo eso, una excusa.

     

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