Hay fenómenos audiovisuales imparables que se explican por sí mismos. Bluey, por ejemplo, lleva años como una de las series más vistas a nivel mundial. Cocomelon es otro de los grandes éxitos de las plataformas. Y películas como Encanto o Vaiana han sido reproducidas más veces que cualquier otro título del catálogo de Disney+. Efectivamente, el público infantil tiene una fuerza brutal para llevar al top 1 sus ficciones favoritas.
Por eso no nos sorprende que en el Top 10 global de Netflix aparezca una serie titulada Ms. Rachel que, con su primera temporada, ha logrado estar 14 semanas entre lo más visto en todo el mundo. Ni éxitos recientes del servicio como Ginny y Georgia, que tiene dos temporadas, han logrado esta hazaña.
Los únicos 4 episodios que componen la primera entrega acumulan 6 millones y medio de horas vistas y le han llevado a estar en el Top 10 en 10 países.
Netflix
Más allá del éxito de este contenido que, como decimos, se explica solo, la particularidad de Ms. Rachel es que, posiblemente, sea uno de los títulos más rentables de todo Netflix, ya que la inversión de producirlo debe ser mínima si lo comparamos con propiedades masivas como Stranger Things.
Detrás de Ms. Rachel está Rachel Anne Griffin, una compositora y educadora de Maine que se dio a conocer por los vídeos de YouTube Songs for Littles, enfocados en que los bebés y preescolares desarrollaran el lenguaje. Griffin estudió educación musical y educación infantil y comenzó su carrera en un colegio público de Nueva York. Su primer hijo tuvo un retraso en el habla, lo que llevó a la profesora a componer canciones con rimas para ayudarle a avanzar. Esto que comenzó como respuesta a un problema familiar pasó a ser una clase presencial y, con la llegada de la pandemia en 2020, arrasó con los videos de YouTube que había comenzado a subir.
La acogida en redes ha sido brutal y acumula millones de visitas entre YouTube y TikTok. Su éxito ha llegado tan lejos que hasta tiene muñecas de Ms. Rachel y, también, muñecas que imitan el producto oficial.
Detrás de los vídeos de esta creadora hay mucha creatividad y trabajo -también por parte de su marido, Aron Accurso, compositor de Broadway, quien le arregla los temas-, pero la inversión, en realidad, es muy baja. Basta un vistazo a los vídeos en Netflix para darse cuenta de que solo necesita un croma e imaginación para sacar adelante una franquicia millonaria.