
A Alicia Borrachero (Madrid, 1968) le cambia la mirada al hablar de 'Crematorio', la nueva serie de La Sexta -anteriormente emitida por Canal +- sobre el mundo de la corrupción en la que interpreta a Silvia Bertomeu, hija del protagonista y, por ende, hija de Jose Sancho. La hemos visto en series como 'Periodistas', 'Hospital Central' y 'De repente, los Gómez', y en largos como 'Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspian', pero sus palabras dejan entrever que con 'Crematorio' ha disfrutado más que nunca. Fanática de series como 'The Wire' o 'Los Soprano', del ritmo pausado y teatral, no cree exagerada la comparación entre 'Crematorio' y la obra maestra de David Simon. Muy temperamental en sus papeles, esta vez ha tenido que contenerse. Ha tenido que extraer los detalles, cohibirse y enaltecer las sutilezas, las miradas.
Basada en la novela homónima de Rafael Chirbes, 'Crematorio' narra en ocho capítulos -todos los lunes a las 22.25 h.- la historia de los Bertomeu, una familia que ha amasado una gran fortuna a lo largo de varias generaciones. El cabecilla del clan es Rubén (Sancho), un hombre que abandonó la legalidad para abrazar la corrupción y crear un entramado empresarial que le ha convertido en uno de los hombres más ricos de Misent, un pueblo imaginario de la costa valenciana. Silvia Bertomeu, su hija, le recrimina diariamente en lo que se ha convertido, pese a que gracias a él ha disfrutado de una vida repleta de comodidades. Silvia tampoco es perfecta, pues engaña a su marido e intenta llevar a su hija por el buen camino. Como todos los personajes de 'Crematorio', un ser humano repleto de contradicciones, uno que se mueve entre el odio y el amor a Rubén y que promete muchas sorpresas. "Muchas veces, el hijo más rebelde es el que más se parece a su padre", advierte la actriz.
El personaje de Silvia es algo diferente con respecto a la novela. En las primeras páginas, Mónica le critica que lo haya tenido todo y no le dé valor a las cosas. Pero en la miniserie tiene carácter...
Creo que sigue siendo fiel a la novela, pero es que la novela es capítulo, tras capítulo, tras capítulo de descripción del monólogo interior de cada personaje. En la novela hay muchísimos detalles y en la miniserie se plasma también, a veces simplemente con la imagen. Sobre que ella haya sido una persona mimada, no creo que sea la palabra más adecuada. Mimada incorpora un juicio.
¿Entonces?
Simplemente es alguien que ha tenido todo lo material. Ha ido a los mejores colegios, ha estudiado Arte, sus padres han viajado con ella de aquí para allá... Es una persona muy cultivada y que ha tenido todas las comodidades, pero no por eso es mimada. De hecho, tiene bastante carencia emocional, y de ahí viene mucho el asunto con su padre. No tiene madre. Hija única. Parte de su personalidad, además, se ve en su aspecto. Cómo va vestida, cómo se maneja. Se ve que tiene clase, que viste bien.
Pero eso no le impide llevarse a matar con Mónica, el personaje de Juana Acosta...
Ha sido muy interesante. Juana y yo hemos sido compañeras, hemos estudiado juntas y nos tenemos mucho afecto y mucha admiración mútua. Estuvimos de acuerdo en que la relación entre Silvia y Mónica tenía que ser al principio de oposición. Si ves la serie, luego va evolucionando. Es muy sutil porque no queríamos caer en el culebrón. La hija y tal, la otra... Pero luego tienen momentos en los que se entienden. No es la típica relación de la hija que odia a la mujer joven que se ha ligado a su padre.

¿Qué le ha inyectado al personaje más allá de la novela?
Modestamente, no soy la más adecuada para decirlo. La novela es tan brutal, tan maravillosa... La he leído varias veces y realmente me parece extraordinaria. Su poder descriptivo, su hondura. Es imposible decir que yo haya aportado nada porque más bien mi preocupación ha sido la de hacer el guión. Llegó un momento en el que intentaba hacer demasiado. Tenía la novela demasiado presente, así que ha sido más coger la esencia del personaje. Y yo creo que tiene que ver con un vacío muy grande, con una contradicción enorme y con el lado oscuro de Silvia.
¿Entre el odio y el amor a Rubén Bertomeu?
No sólo eso... Muchas veces, el hijo más rebelde es el que más se parece a su padre.
Silvia también se sitúa en una posición de cierta superioridad moral, tanto por encima de su padre como de su hija Miriam (Aura Garrido). ¿Contradictorio dado que le es infiel a su marido?
Es lo que más me ha interesado de 'Crematorio': que no hay un personaje que sea mejor que otro. Todos tienen sus contradicciones y sus oscuridades. Y todos tienen un discurso que si lo piensas tiene una parte de razón. No hay realmente buenos y malos, mejores y peores. Y Silvia, al principio, parece que está cargada de razón. Luego tiene sus contradicciones, y ni te cuento lo que van a ser a lo largo de los capítulos. Porque va de cero a 100 de cómo empieza a dónde acaba.

Claro. El espectador se pone de su parte hasta que le coge la mano al personaje de Alfonso Bassave y nos damos cuenta de que está engañando a su marido y de que no es tan perfecta.
Y dices: "Ayyyyyyyyyy esta" (Risas). Yo no conozco a Rafael Chirbes y algún día me encantaría conocerle. Una de las cosas que más me gustan de la novela es el título. Y el final. La última página fue... No sé si es lo que ha tratado de escribir, pero a mí me evoca mucho el asunto de las cenizas. Las cenizas de Matías al principio, el crematorio... Hay algo podrido dentro de esta gente. No porque sean malos o buenos, sino porque se ve lo que tienen de oscuridad. Y todo el mundo tiene ese lado.
¿De maldad?
No sólo de maldad. También un lado un poco podrido. En lo personal y en lo profesional. Y no por eso dejamos de ser personas. No por eso dejamos de tener vacíos. No por eso dejamos de ser queribles.
¿Cree que es positivo que la televisión demuestre que hasta los "malos" también son seres humanos? Lo vemos en 'Crematorio', pero también en 'Dexter', 'Mad Men', 'Sons of Anarchy'...
Depende de la serie. Es bueno en el sentido de que habla a la inteligencia del espectador. A veces ves documentales sobre personas que han hecho cosas horribles, pero ves que a lo mejor son unos maravillosos padres de familia que darían la vida por sus hijos. Y que tienen miedo de cosas a las que todos tenemos. No es que seamos buenos o malos. Son personas. Tiene que ver con eso.

¿Y es peor una serie que no lo haga?
No. No son menos inteligentes. Yo he hecho 'Periodistas', 'Hospital Central' y 'De repente, los Gómez', las tres muy diferentes, y he aprendido muchísimo. He trabajado con gente maravillosa, pero cada una era un tipo de serie. 'Crematorio' es otra clase de ficción, y para mí es muy interesante, porque he hecho durante mucho tiempo lo otro. Y como espectadora me gusta 'The Wire', me gustan 'Los Soprano'... Y por eso también me gusta hacer este tipo de proyectos.
La crítica ha definido 'Crematorio' como el 'The Wire' español. ¿Es exagerado?
No. No lo es.
La novela, que sí que da un juicio, define la corrupción como un Titanic que parte directamente al naufragio. ¿Son los políticos los que corrompen la política o la política la que les corrompe a ellos?
Creo que... No lo sé. Qué es primero, la gallina o el huevo... No lo sé, pero es parte de la condición humana. Ya lo escribía Shakespeare hace muchísimo tiempo. El poder corrompe y también uno se puede corromper por conseguir el poder. Es algo peculiar y no parece que lo estemos superando (Risas). Desde hace muchos miles de siglos pasa lo mismo siempre. Lees la Historia y siempre son guerras de poder, influencia... Pero va más allá de la política. La serie también tiene un factor humano para no volverse fría. Y si bien es sobria, no es nada fría.

¿Da algún tipo de enseñanza la miniserie?
No. Nosotros no hemos tenido en ningún momento una consigna, vamos. Es simplemente presentar algo. No es enseñar, aleccionar ni predicar en absoluto.
Santiago Gimeno