Hay películas que nacen con la condena escrita de antemano. ‘Baila, Vini’ no es solo un retrato de la meteórica carrera de Vinícius Jr. en el Real Madrid. Es, sobre todo, una declaración frontal contra el racismo que se vive en los estadios españoles. Y es ahí, precisamente, donde muchos se tapan los oídos.
El documental arranca con fuerza, repasando su infancia en Brasil, su llegada a Madrid con apenas 18 años y su evolución como jugador hasta convertirse en la estrella que es hoy. Pero pronto gira hacia algo mucho más incómodo y valiente: su denuncia, clara y sin filtros, de los constantes episodios de racismo que ha sufrido en España, culminando en ese infame partido de Mestalla que ya forma parte de la historia reciente del fútbol.
Las imágenes del estadio gritando “mono, mono” duelen. A quien le duela, claro. Porque lo triste es que a muchos no les duele. Al contrario: niegan lo evidente, justifican lo injustificable o, directamente, atacan al mensajero. Por eso sorprende tan poco el aluvión de puntuaciones negativas que ha recibido en FilmAffinity o IMDb, orquestadas por sectores de aficiones que se sienten señaladas. Algunos hasta amenazan con denunciar a la productora por los subtítulos, como si eso fuera lo verdaderamente grave del asunto.
Lo cierto es que ‘Baila, Vini’ no tiene grandes alardes formales. Es un documental clásico en estructura, con entrevistas, archivo, narración en off y poco más. Pero no los necesita. Su fuerza está en el mensaje, en la valentía de un joven que, siendo uno de los mejores jugadores del mundo, se atreve a mirar al racismo a los ojos y a no callarse. Y eso, en un país donde todavía hay quien cree que insultar a un negro es "parte del fútbol", tiene mucho mérito.
Quienes acusan a Vinícius de provocador, de teatrero, de exagerado, deberían preguntarse por qué esa misma energía no se canaliza contra quienes le gritan insultos racistas semana tras semana. Y, sobre todo, por qué esa defensa de la "imagen de España" pasa por ocultar el racismo en lugar de combatirlo.
‘Baila, Vini’ será ignorado, despreciado o ridiculizado por muchos. Pero será recordado. Porque, más allá del deporte, es un testimonio contundente de una realidad que demasiados se niegan a aceptar. Y eso es precisamente lo que lo hace tan importante.