Los términos en torno a esta película se repiten como un mantra: ambiciosa, excesiva, novelesca, larga. Y puede que tengan algo de razón, porque sus dos horas y media despliegan un retrato amargo de la alta sociedad neoyorkina, a través del cual se filtra un país tenso y herido donde la moral ha sido sustituida por la cotización bursátil y el beneficio a toda costa. Sin embargo, hay otra manera de enfrentarse a la segunda película del guionista de 'Gangs of New York' (Martin Scorsese, 2002): como la versión reducida de lo que él quería contar, y al que se ha llegado después de casi siete años de trabajo (la película se rodó en 2005, y desde entonces ha permanecido atascada en la sala de edición). Estas dos horas y media que ahora se estrenan parecen ser el montaje al que llegaron los productores después de recortar el que proponía el director, mucho más largo y, si cabe, ambicioso y deta
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