Ésto es un amor-odio.
Lo primero que llama la atención en 'Mamma Mia' es su humor absurdamente exagerado. Durante la primera hora, este tono cómico puede resultar difícil de digerir; no llega a ser insoportable, pero sí genera cierta fatiga. Los personajes, por su parte, son de los menos carismáticos que se pueden encontrar en un musical moderno: forzados, superficiales y, en ocasiones, repelentes. La historia, centrada en engaños, secretos y traiciones familiares, tampoco aporta demasiado interés narrativo y deja al espectador con escaso motivo para involucrarse emocionalmente.
El verdadero punto fuerte de la película es, indudablemente, su componente musical. Los temas de ABBA están bien interpretados y se sienten energéticos; sin embargo, para quienes no sean amantes del género musical, es difícil extraer disfrute más allá de la superficie. En la primera mitad, la película puede parecer cansina y poco atractiva, aunque va ganando algo de fuerza conforme avanza el metraje. Los diálogos cumplen su función, pero sin ofrecer puntos de interés significativos.
En el apartado actoral, la química entre Pierce Brosnan, Colin Firth y Stellan Skarsgård es notable y resulta uno de los elementos más disfrutables de la película. Meryl Streep aporta su carisma habitual y mantiene ciertos momentos de encanto, mientras que Amanda Seyfried cumple, aunque su personaje carece de la fuerza suficiente para generar un verdadero vínculo con el espectador. Me gustó más su papel en 'Jennifer's Body', película que ni siquiera me gustó en su momento.
En conjunto, 'Mamma Mia' se salva como metraje decente, apoyado en la música y algunos momentos de interacción entre el reparto masculino, pero carece de profundidad narrativa y personajes atractivos. No llega a ser una película que deje un impacto duradero, y, al menos desde mi perspectiva, no genera interés por continuar con su secuela.