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    El Síndrome de Stendhal
    Críticas
    2,0
    Pasable
    El Síndrome de Stendhal

    Un Argento de brocha gorda

    por Nestor Hidalgo

    Los primeros diez minutos de 'El síndrome de Stendhal' recuerdan a los tiempos en los que el italiano Dario Argento se dejaba embriagar completamente por la cámara de cine y los encuadres. Aquí vemos cómo sigue a su hija Asia Argento a través de los pasillos de la Galería de los Uffizi, en Florencia, donde la protagonista tendrá su primer ataque de síndrome de Stendhal. A partir de esa fantástica secuencia, acompañada por la melodía de Ennio Morricone, la película empieza a entrar en terrenos menos lucidos, pero que todavía retienen fascinación al colocar a la actriz como Anna Manni, una detective de policía a la caza de un asesino y violador.

    Lo que ocurre tras ese punto de partida en el guión compartido por Argento y su colaborador habitual Franco Ferrini entra en espirales retorcidas más complicadas, pero no parece interesado en continuar ninguno de los hilos que va abriendo. Manni descubre que tiene la capacidad de entrar "físicamente" en las pinturas, empieza a experimentar cambios de personalidad relacionados con el asesino que persigue, hasta que finalmente es atrapada por él pero consigue dar la vuelta a la situación, después adopta una nueva personalidad... No hemos venido a pedirle solidez argumental a un giallo a estas alturas, pero la sensación principal de (varias) oportunidad(es) perdida(s) no nos la quita nadie, ni siquiera la extrema sensualidad de Asia Argento en su esquizofrenia.

    A favor: El score de Morricone.

    En contra: Los efectos digitales de saldo.

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