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    Críticas
    4,0
    Muy buena
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    El umbral de la muerte

    por Quim Casas

    Decidido a ir de un lado al otro de la industria cinematográfica de su país, Gus van Santvuelve al redil independiente tras su último escarceo en la producción estandarizada–'Mi nombre es Harvey Milk'– con una película que no tiene el radicalismo de sutetralogía funambulista –'Gerry', 'Elephant', 'Last Days' y 'Paranoid Park'–, pero síposee su mismo corte estético.

    'Restless', presentada en el último festival de Cannes con aplausos notorios y ligerasdesaprobaciones, podría definirse como una película indie mainstream, y aunque ambosconceptos sean antagónicos, como si se realizara una película de episodios con DavidLynch y los responsables de 'Crepúsculo', pongamos por caso, de hecho esta es lanueva probatura del insaciable Van Sant.

    Tras rodar películas independientes de los noventa, filmes de envergadurahollywoodiense, la fotocopia posmoderna de un clásico de Hitchcock y propuestasmucho más radicales como la tetralogía citada, más allá de esa misma independenciaque frecuentó en sus primeros tiempos, Van Sant propone ahora un cruce entre el estiloformal del cine independiente de reciente cuño y una temática más o menos atractivapara espectadores afines al nuevo Hollywood.

    El resultado no es un híbrido como podría pensarse, sino una película de considerableempaque e impronta nuevamente personal, que se fundamenta por igual en el relato (larelación entre una adolescente enferma de cáncer y un joven que frecuenta los funeralesde gente a la que no conoce), la geografía de los rostros (los de Mia Warsikowska yHenry Hopper, el hijo del director de 'Easy Rider'), el toque fantástico (la presencia delfantasma de un combatiente japonés fallecido en la segunda guerra mundial que entablarelación con el protagonista masculino), la interrelación del espacio realista y ese toquefantástico en el mismo plano y una puesta en escena más atenta a las emociones íntimasy sesgadas que al drama al que son sometidos los personajes.

    El empleo en la secuencia final de una canción solemne y trágica de Nico, "The Fairestof the Season", impregna el desenlace de una cierta liturgia triste, pero tras esa imagende sentida despedida por los que se han ido y ya no volverán, al revés de los fantasmas,Van Sant, gracias al rostro de Henry Hooper, filma el paso firme hacia el mañanadespués de pasar dolorosamente por el umbral de la muerte.

    A favor: La tonalidad nada severa con un tema trágico, la delicadeza y lascomposiciones de los dos actores.

    En contra: Que a veces puede verse como un Gus van Sant conformista, nuevamenteintegrado en vez de apocalíptico, cuando los tiros no van por ahí.

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