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    De óxido y hueso
    Críticas
    2,5
    Regular
    De óxido y hueso

    Herrumbre y superación

    por Quim Casas

    Jacques Audiard nos tenía muy bien acostumbrados con sus personales filmes de serie negra planteados de muy distintas maneras, de la historia de venganza y conocimiento de Regarde les hommes tomber al relato carcelario de Un profeta, pasando por la exposición de una conducta heroica inventada en Un héroe muy discreto, el drama criminal trufado de elementos de thriller sicológico entre personajes contrapuestos de Sur mes lèvres, y la reescritura de un excelente thriller de James Toback (Melodía para un asesinato) en la también espléndida De latir mi corazón se ha parado.

    Con De óxido y hueso (De rouille et d'os, sugerente y enigmático título), Audiard da un considerable giro, deja de lado cualquier tipo de intriga criminal o derivados –aunque el protagonista masculino del filme podría muy bien participar de algunas de las cintas precedentes del director–, se somete a los designios del star system francés (presencia de Marion Cotillard) y bascula entre el melodrama social y el romance turbulento sin acabar de decantarse por ninguna de las dos claras opciones.

    De óxido y hueso enfrenta de nuevo a dos personajes opuestos a partir de una tragedia individual. La mujer que encarna Cotillard trabaja como entrenadora de orcas en un parque acuático. Durante uno de los espectáculos sufre un aparatoso accidente, pierde ambas piernas a la altura de las rodillas y tiene que aprender a caminar, y a vivir, con prótesis. Lo que sigue es un ejercicio de superación y supervivencia matizado por la relación, atropellada, previsible y repleta de secuencias esforzadas porque sí –algo extraño tratándose de un filme firmado por el meticuloso Audiard–, que la mujer entabla con un individuo desarraigado y marginal, sin trabajo y sin dinero, y que también debe aprender a vivir de otra manera a partir del momento en que se encarga del cuidado de su hijo de cinco años.

    Encuentros y desencuentros. Cuando se conocen, él no es nadie y ella goza de cierta estabilidad. Cuando se reencuentran, él comienza a atisbar un lugar en el mundo y ella ya no es, ya no puede ser, lo que era, sumida en el caos y la depresión. Las prótesis pueden oxidarse como se oxidan, víctimas de la herrumbre del tiempo, las emociones y las relaciones. Pero el hueso se mantiene firme. Esa parece ser la lógica de los acontecimientos y el punto de vista del director en relación al personaje de Cotillard, quien acaba perdonando a la orca que le amputó las piernas en un bello plano ralentizado que parece ajeno al resto del relato. Pero para llegar a expresar ese punto de vista, Audiard da demasiados requiebros, adorna la historia con elementos innecesarios, se somete al obligado tour de force de "estrella cinematográfica encarnando un personaje con limitaciones físicas" y filma momentos impensablemente previsibles en su filmografía.

    A favor: Aunque se dibuja a trompicones, ciertos momentos de la relación al límite entre los dos protagonistas.

    En contra: No acaba de tener un estilo definido y hay demasiados momentos muy previsibles.

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