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    Si quiero silbar, silbo
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Si quiero silbar, silbo

    Medidas desesperadas

    por Eulàlia Iglesias

    El cine rumano que no cesa. 'Si quiero silbar, silbo', ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín 2010, no desentona con los títulos más conocidos surgidos en los últimos años de ese país: cine realista que afronta alguna problemática histórica o social de Rumanía. Y además cuenta con el apadrinamiento (firma producción y coescribe el guión) de Catalin Mitulescu, uno de los primeros directores rumanos en llamar la atención fuera de sus fronteras tras ganar una Palma de Oro al mejor corto por 'Trafic' y estrenar 'Cómo celebré el fin del mundo', una de esas edulcoradas rememoraciones históricas con niño estilo 'Cinema Paradiso'.

    El primer largometraje de Florin Serban se sitúa en un centro de menores donde el joven Silviu espera ser liberado en breve. Como si los hermanos Dardenne rodaran un film carcelario, Serban resigue las rutinas de funcionamiento, poder y supervivencia en la institución con la cámara pegada al cogote de su protagonista. Silviu avanza siguiendo las inercias penitenciarias hasta que un un acontecimiento le empuja a salirse de la corriente: la madre que lo abandonó ha regresado de Italia para llevarse con ella a su hermano pequeño, a quien él ha criado. Desesperado ante la situación, Silviu secuestra a una atractiva asistenta social para forzar otro desenlace al conflicto familiar...

    Aunque se inspire inicialmente en el cine de los belgas, Serban no llega a situar a su protagonista en el conflicto entre supervivencia e integridad moral que siempre deben superar los personajes del cine de los Dardenne. Tampoco lleva su desesperación al paroxismo: Silviu no llega a verse prisionero sin vía de escape de su propios actos como les sucede, por ejemplo, a los atracadores de 'Tarde de perros' (Sidney Lumet, 1975). El director opta por una actitud más paternalista hacia su personaje: no deja que sea otra cosa que un pobre chaval a quien su madre no amó lo suficiente, incapaz de matar a una mosca; un rebelde porque el mundo lo ha hecho así. Aunque se le agradece a Serban que apueste por cierta sobriedad en el tratamiento dramático de la película, se echa en falta que Si quiero silbar, silbo se atreva a ir más allá de cierto territorio de comodidad dentro de cine de autor realista. En este retrato de una juventud desamparada a quien no le queda otro camino que la delincuencia, se echa en falta mascar un poco más de riesgo, peligro, verdadera desesperación...

    A favor: El retrato del entorno carcelario.

    En contra: Le falta garra en los momentos mayor tensión.

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