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    Café de Flore
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Café de Flore

    Metafísica chillout

    por Paula Arantzazu Ruiz

    ¿Qué pueden tener en común una joven soltera de los años 70 con un hijo con síndrome de Down, un reputado DJ que quiere casarse en segundas nupcias con una joven tras haberse separado de la mujer con quien ha compartido los últimos 20 años de su vida, la banda de pop atmosférico Sigúr Ros, el artista Matthew Herbert y los viajes en el tiempo? Para Jean-Marc Vallée, quien ya tiene algo de experiencia en relatos a través de grandes arcos temporales – 'C.R.A.Z.Y.' (2005), 'La joven Victoria' (2009)- todos están conectados entre sí en 'Café de Flore', vinculados como almas gemelas, irremediablemente unidos más allá del tiempo y el espacio. El cine, por lo que parece, puede mostrarnos ese hilo espiritual que los enlaza místicamente; puede enseñar el camino para solventar los dilemas emocionales que provocan nuestro sufrimiento. Casi nada.

    No es que Vallée haga del trabajo un filme sobre el mantra, pero sí que posee unas ambiciones espirituales poco habituales, pretensiones entre lo notable y el ridículo: hay que tener mucho coraje para armar el rompecabezas que Vallée ha construido en 'Café de Flore'; ridículo porque en muchas de las conclusiones a las que llega hay todo un campo de lugares comunes en ocasiones exasperantes, pues el de Montreal se toma a sí mismo más que demasiado en serio. En concreto, pondera en asuntos del alma. No está de más recordar que Krzysztof Kieslowski ya plasmó la extraña magia de las vidas paralelas y la íntima conexión entre desconocidos en 'La doble vida de Verónica'. A favor del canadiense hay que subrayar su consciencia con el maestro al homenajearlo (la chica de la que se enamora el hijo de Vanessa Paradis se llama Véronique). Sin embargo, su filme queda muy lejos de provocar la misma iluminación emocional que el del cineasta polaco. Y es que el rompecabezas de Vallée sólo tiene un único destino: convertirse en la película bandera de quienes practican la metafísica del chill out.

    A favor: Jean-Marc Vallée es un buen director y consigue llevar el trabajo hasta donde se propone.

    En contra: La película se pretende demasiado intensa para el simplista mensaje new age de sus conclusiones.

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