Desde que comenzara su carrera a finales de los años ochenta, el cineasta iraní Mohsen Makhmalbaf ha ido película a película consolidándose como una de las voces más poderosas del cine actual. Aunque irregular, su obra posee coherencia y unidad a día de hoy, y, sobre todo, presenta a un director de elaborada y cuidada puesta en escena a la vez que unas claras consideraciones políticas y sociales. El silencio, de apenas ochenta minutos de duración, es quizá una de sus propuestas menos aclamadas aunque presente la suficiente calidad visual y narrativa para poder considerarla como una gran película. Modélica en su tratamiento de la imagen y del sonido (y del silencio, como indica su nombre), la película nos introduce en un drama familiar mediante un tratamiento humano y delicado, sin caer en grandes dramatismos, atendiendo a los sucesos, a los personajes, y mostrando una situación social d
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