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    Segundo origen
    Críticas
    2,5
    Regular
    Segundo origen

    El viaje postapocalíptico y 'post mortem' de Bigas Luna.

    por Yago García

    En el futuro, cuando la civilización haya llegado a su fin (cataclismo mediante), los últimos supervivientes de la humanidad redescubrirán el placer del cine. Y los filmes que dichos especímenes postapocalípticos elegirán para ello serán… Yo soy la Juani y Jamón Jamón. Homenajeando así a su guionista Bigas Luna, que soñó con realizar esta película durante años, Carles Porta añade un toque de humor (involuntario) a una historia que se toma a sí misma quizás demasiado en serio. Esta adaptación de Mecanoscrito del Segundo Origen, uno de los mejores textos de ciencia-ficción jamás escritos en la Península, recoge sólo en parte las implicaciones extremadamente morbosas del original (sí quieren saber cuáles son, anímense a leerlo) a cambio de dotar a la historia de una acción y una tensión dramática ausentes en un trabajo cuya mayor ambición es crear atmósfera.

    Por otra parte, esta historia tan catalana de por sí (qué raro se hace leer topónimos como “Tibidabo” o “Vallvidriera” en un texto de género fantástico) delata aún más su origen en la pantalla. Y no sólo por ese Camp Nou en ruinas, o porque Sergi López se lleve un merecido protagonismo en el último tercio de la película. En sus mejores momentos, Segundo origen transmite una vibración muy del Principat y muy de los 70, evocando mediante su bucolismo mediterráneo ecos  de María del Mar Bonet o de Pep Laguarda & Tapinería. Lástima que la auténtica banda sonora del filme, esa que firma David Julyan (Memento, La cabaña en el bosque) se empeñe en invadir momentos que piden silencio y recogimiento. Y lástima, también, que ni Rachel Hurd-Wood ni el debutante Ibrahim Mané se las apañen muchas veces para transmitir el horror esencial que debería invadir a sus personajes. En cualquier caso, el valor se agradece.

    A favor: Sus momentos de bucolismo mediterraneo y psicodélico.

    En contra: Le puede el buenismo en demasiadas ocasiones.

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