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    Los últimos días
    Críticas
    2,5
    Regular
    Los últimos días

    Virus y GPS

    por Quim Casas

    Tras debutar en formato largo con 'Infectados' (2009), un filme ambientado en la Tierra devastada después de la propagación de un virus letal, los autores del corto 'La ruta natural' (2004) siguen pulsando la realidad post-apocalíptica con 'Los últimos días', un relato de gestos e imágenes más que de situaciones y personajes. Los hay, de los últimos, por supuesto: dos individuos tan opuestos que uno es informático con sudadera y el otro es el responsable de los recortes y despidos de su empresa ataviado con traje y corbata –un antagonismo demasiado fácil– deben unir fuerzas para, recorriendo los túneles del metro barcelonés y las alcantarillas, llegar primero a la zona de Verdaguer y después a la de Villa Olímpica buscando novias y padres perdidos tras la hecatombe.

    Decía realidad post-apocalíptica antes que fantasía post-atómica a lo 'Mad Max' o 'Waterworld' porque los hermanos Pastor tienen coartada social: su filme ha sido alumbrado en tiempos de crisis, paro, despidos, recortes sanitarios y escolares, rescates económicos, corrupciones políticas, el caos de la sociedad del bienestar. Así que el mundo que presentan no es creíble en cuanto a ese nuevo virus que genera el pánico al espacio abierto entre los mortales y pertenece al terreno de la ciencia-ficción (que siempre, cuando es buena e inteligente, se ha adelantado a su tiempo, de las premoniciones de Jules Verne y H.G. Wells al 'Soylent Green' de Richard Fleischer). Pero sí lo es, de creíble, en relación a la angustia del ciudadano medio por la presión de perder el trabajo, el subsidio, la casa... su identidad.

    Con todo, la lectura socio-política de 'Los últimos días' resulta algo pueril y tampoco es novedosa: casi todo filme fantástico o de terror, de 'Tarántula' a "Las colinas tienen ojos", contiene siempre una apreciable carga social, una metáfora del tiempo en el que ha sido concebido. Es, como se apuntaba antes, un filme de gestos e imágenes con una trama convencional coronada con un desenlace ligeramente molesto. Imágenes del Arco de Triunfo barcelonés rodeado de coches destrozados y un hermoso y altivo alce paseando por el asfalto. Gestos instintivos como el de proteger un GPS o una linterna, los bienes más preciados en un mundo sin luz y sin orientación. Quim Gutiérrez y José Coronado, el informático y el que despide sin escrúpulo alguno, forman un buen tándem, pero a veces ni lo que dicen ni lo que hacen tiene demasiada entidad.

    A favor: Un buen diseño de producción y algunas imágenes poderosas del caos.

    En contra: Una trama endeble, una idea antes que una definición de personajes.

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