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    San Andrés
    Críticas
    2,5
    Regular
    San Andrés

    La Roca versus el Terremoto

    por Quim Casas

    Más allá del panorama de destrucción digital que es lo menos que se le puede pedir a una película de catástrofes en 2015, con la falla californiana de San Andrés partiendo en dos el Estado, rascacielos que se desmoronan, parkings que se hunden, asfaltos quebrados por doquier, autopistas llenas de socavones, puentes colgantes que dejan de colgar, coches que vuelan por los aires, transeúntes aplastados y un tsunami que lo ahoga todo en la parte final del filme, San Andrés propone, por fin, algo tan lógico como que el héroe que puede con todo, experto bombero, experto conductor de helicóptero, experto conductor de lancha motora, experto paracaidista, experto nadador, experto en cualquier cosa, vamos, sea tan rocoso como las montañas que quedan reducidas a la nada a causa de un seísmo de 9’6 en la escala Richter, el mayor de la historia según nos cuenta el sismólogo encarnado por Paul Giamotti en la película.

    El granítico personaje que interpreta The Rock, por supuesto, pura Roca actoral, es experto en todo excepto en las relaciones matrimoniales, pero eso es algo que será también subsanado porque San Andrés es un filme de catástrofes y de reconstrucción matrimonial: su relación con la adorable Carla Gugino se fue al traste tras la muerte de la pequeña de sus dos hijas, ahogada haciendo rafting sin que él pudiera impedirlo; recuerden eso, porque ya se sabe que a todo estadounidense se le presenta una segunda oportunidad, así que salvar a su hija mayor de la muerte será un reto finalmente cumplido, y esto no es un spoiler.

    El guión de San Andrés es tan simple y esquemático como el de la mayoría de películas de catástrofes, con la salvedad de que este es más honesto: no necesita de una docena de personajes para rellenar el relato. Padre, esposa a punto de divorciarse, hija, padrastro egoísta (la muerte más anunciada del cine estadounidense reciente), inesperado pretendiente de la hija y hermano pequeño de este, más la arquitectura destrozada de San Francisco, son más que suficientes para los largos 114 minutos que dura la película. Además de poner los pelos de punta a quienes viven cerca de la falla de San Andrés, el filme realizado por el ultra-académico Brad Peyton (para esto le contrataron) pasará a la historia, no tanto del cine como del divertido, pese a todo, género catastrófico, por reinventar la categoría del héroe enfrentado al cataclismo.

    Hasta ahora, y desde los tímidos inicios de esta modalidad en los años treinta, habíamos tenido de protagonistas masculinos a tipos frágiles, galantes, cool o maduritos en horas bajas enfrentados a huracanes, incendios, terremotos, avalanchas, rascacielos en llamas, aviones accidentados, transatlánticos panza abajo, enjambres desbocados, tornados, volcanes en erupción y tormentas perfectas: algunos de ellos son Tyrone Power, Clark Gable, John Hall, Burt Lancaster, Charlton Heston –el que más–, Paul Newman, Steve McQueen, Gene Hackman, Rock Hudson, Michael Caine, Bill Paxton, Pierce Brosnan, Tommy Lee Jones, Kurt Russell y George Clooney. Añadamos Dwayne Johnson, que aunque ha quitado The Rock de su nombre artístico siempre será The Rock, a esta ingente lista de gente anónima que se enfrenta a las leyes de la naturaleza. En su caso, todo está más justificado y, por lo tanto, resulta más creíble que la odisea de Heston en Terremoto, los cursos de natación de Hackman en La odisea del Poseidón o las habilidades como bombero de McQueen en El coloso en llamas.

    A favor: buena parafernalia digital y su capacidad para no tomarse realmente en serio.

    En contra: los abundantes clichés entre cine de reunificación familiar y género de catástrofes.

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