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    Foxfire: Confesiones de una banda de chicas
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Foxfire: Confesiones de una banda de chicas

    Incomprensión y utopía

    por Quim Casas

    Laurent Cantet es un director de estilo personal al que le gusta cambiar de orientación genérica y de modos de representación. No llega al extremismo de Michael Winterbottom o François Ozon, que han rodado muchas películas que no se parecen nada entre ellas, pero está en una senda similar. Porqué ¿qué relación guardan entre sí Recursos humanos, El empleo del tiempo –estas son las que tienen más puntos en común–, Hacia el sur, La clase y Foxfire?

    Casi dos años después de competir en el festival de San Sebastián, donde una de sus dos principales protagonistas, Katie Coseni, logró el premio a la mejor actriz, se estrena en nuestras salas Foxfire, adaptación de una novela de Joyce Carol Oates que ya había sido llevada al cine por Annette Haywood-Carter en 1996: Jóvenes incomprendidas ("Foxfire” también en el título original), con Angelina Jolie. ¿Estamos ante un remake o ante una nueva adaptación de la misma novela? No creo que Cantet se haya basado tanto en el filme estadounidense como en el texto original aunque, en todo caso, el recuerdo de Jóvenes incomprendidas es tan vago que no va a establecerse comparación alguna entre las dos versiones cinematográficas.

    Sorprendería, de no tener claro que Cantet es un cineasta más o menos mutante en cuanto a temas y estilos, que el director de La clase realizara esta película sobre un grupo de chicas que forman una sociedad secreta femenina en los Estados Unidos de 1953. En todo caso, el desarraigo juvenil y estudiantil ya estaba presente precisamente en La clase. La diferencia estriba en el contexto social, la época, la distinta cultura y el tratamiento violento que filma ahora el director francés.

    El resultado es algo desconcertante. Foxfire reivindica la libertad personal entre un grupo humano representante de cierta minoría –las protagonistas son mujeres, tratadas injustamente tanto en casa como en la escuela, incomprendidas en líneas generales, afines a la cultura popular que empezaba a arraigar en los conservadores Estados Unidos de los virulentos años cincuenta– en busca de una cierta utopía. Pero dado el carácter de los personajes y su itinerario, que empieza con pequeños hurtos para costearse su independencia y acaba en secuestro, el filme entronca igualmente con la tradición del cine estadounidense de adolescentes en fuga aunque con tonalidades incipientemente feministas.

    Foxfire parece así una experiencia de probatura para Cantet, el intento de aprehender de una cultura distinta en todos los sentidos (Estados Unidos, la década de los cincuenta, la rebelión por la vía violenta que era imposible en Recursos humanos o incluso en La clase) y practicar un estilo de representación y observación alejado del de las películas por las que es reputado. Un experimento valiente, en definitiva, aunque no logrado del todo.

    A favor: La ajustada y nada esteticista recreación de la época, el trabajo de todas las actrices, su voluntad atonal.

    En contra: Su dilatado metraje, con algunas digresiones sin mucho sentido.

     

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