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    God Help The Girl
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    God Help The Girl

    Just a modern rock story

    por Gerard Casau

    En una escena de God Help the Girl, James (Olly Alexander) le pregunta a Eve (Emily Browning) cómo le gustaría que fuera el sonido del grupo musical que acaban de formar. Al principio, la joven dice que no hay que pensar en ello, que simplemente “ocurrirá”, y se muestra reticente a que la banda se amplíe más allá del trío que forman ella, James y su amiga Cassie (Hannah Murray): voz y dos guitarras. La respuesta que le da su compañero es tan elocuente como fulminante: “si quieres que tu voz flote en medio de un hermoso tapiz de sonidos, entonces necesitaremos un grupo de pop, con bajo y batería”. Este diálogo es tan solo uno de los numerosos apuntes que revelan el background musical del director Stuart Murdoch, capitán del conjunto escocés Belle & Sebastian y óptimo conocedor de la artesanía pop: desde Tigermilk, prematuro y casi amateur debut del grupo, quedó claro que Murdoch sabía perfectamente qué herramientas instrumentales y qué procesos de trabajo eran necesarios para conseguir unos sonidos y unas texturas que florecían desde el twee para enredarse en las piernas de la música popular. Sin embargo, su primera experiencia tras la cámara lo muestra contradiciéndose a sí mismo, incurriendo en un desmaño formal y narrativo que el autor difícilmente toleraría en el estudio de grabación. 

    Antes de convertirse en película, God Help the Girl existió como disco; un proyecto paralelo a Belle & Sebastian en el que Stuart Murdoch reclutó a un elenco de voces femeninas que interpretaban las distintas caras de un mismo personaje, Eve, una chica anoréxica que solo encontraba consuelo en la música. En aquella fase primeriza, la obra ya albergaba el deseo de desplegarse como un musical; y ahora que Murdoch ha podido levantar finalmente un arco dramático que contase el viaje de la protagonista, su confianza en la propia narrativa de las canciones no logra dar un tono unificado al relato, que rebota entre intimidades costumbristas y cierta estetización irreal: por momentos, casi parece que la narración avanza para amoldarse a la lírica de unas composiciones preexistentes, que acuden al rescate de lo que Murdoch no ha sabido mostrar en imágenes. Por otro lado, el filme disfruta jugando con la idea de ser un musical, pero su posición respecto al género resulta algo débil; no tanto por el hecho de no establecer un espacio concreto para la música (¿se trata de las canciones que tocan Eve, James y Cassie o de una proyección mental de sus anhelos y angustias, separada de lo real?) como por la pereza formal de las secuencias cantadas, que minimizan las coreografías de Emily-Jane Boyle.

    Con todo, una vez superamos las limitaciones del Murdoch-cineasta, no cuesta hallar en God Help the Girl las características del Murdoch-autor, que convierte el filme en un recital de reflexiones en torno a la cuestión de la música popular (se oyen frases como “el pop está en crisis desde 1969”), repleto de gestos encantadores y casi anacrónicos (Eve escuchando noche tras noche un programa de radio donde se discute la mítica de los cantantes muertos prematuramente). El director también vuelca en la película una serie de apuntes al natural pseudo-autobiográficos, recogiendo en la anorexia de Eve sus propias vivencias de juventud como enfermo del Síndrome de Fatiga Crónica; un perfil que se desdobla en el retrato de artista adolescente encarnado por James: se detecta verdad en su discurso firme e ilustrado, al borde de una arrogancia impetuosa (el personaje desprecia a David Bowie porque nunca ha derramado una lágrima con ninguna de sus canciones); también en la forma en que habla de la religión, y de como esta espiritualidad se relaciona con su producción musical (Murdoch nunca ha tenido complejos en exponer y analizar su relación con la iglesia). Y, sobre todo, la descripción de la fragilidad e inseguridades del músico primerizo y torpe, que debe defender sus composiciones en un escenario hostil, deja entrever una herida que todavía escuece (recordemos que, hasta hace relativamente poco, el directo de Belle & Sebastian era tildado de inconsistente).

    En el fondo, God Help the Girl no es sino el impulso de un creador que, habiendo alcanzado la excelencia en su campo, prueba una disciplina cuyas complejidades se le escapan; viéndose superado por ella, pero también con el estímulo de tener un amplio margen de mejora por delante.    

    A favor: La veracidad de las escenas que nos enseñan la circunstancias de un músico inexperto.

    En contra: Desaprovecha las posibilidades que ofrece el género musical.

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